LO DE LAS BECAS

Hala. Ya lo he dicho, pero a ver cómo sigo porque el titular hay que reconocer que, en estos días, atrae.
¿Me pongo del lado del ministro Wert, al que no me une una especial antipatía, ni simpatía y le toco un poco la chepa en estos tiempos en los que le critica hasta la presentadora del telecupón? ¿O le doy hasta en el carnet por fascista enemigo de los hijos de los trabajadores que no tienen dinero para acceder a los estudios universitarios? Pues qué quieren que les diga, oigan, me sucede, y ya lo he dicho en alguna ocasión, como en las pelis de juicios. Que oigo a Wert y me convence. Y escucho a los que se cagan en sus muelas y también considero que tienen su punto.
A mí me parece de cajón que en España, en muchos aspectos, seguimos viviendo creyendo que el Estado es una enoooorme teta de la que podemos chupar todo lo que queramos sin que se gaste. Y, si además hemos cotizado algo a lo largo de nuestras vidas, ya hasta podemos ponernos chulitos con la teta porque, oye, “nos lo hemos ganado”. Y lo que más me sorprende de todo esto es que muchas de esas estructuras en las que el Estado se mete hasta nuestro tuétano son creaciones franquistas y maneras de funcionar profundamente fascisto-comunistas. Totalitarias, vaya. El Estado te da de mamar y tú mamas. Y eso nos da una tranquilidad que, en muchos casos conduce al amojamamiento. Y los que más defienden este sistema son precisamente aquellos a los que más se les llena la boca hablando de antifranquismo, aunque cuando Franco vivía ellos, como yo, jugaban al yo-yo y a cambiar estampas de jugadores casi en blanco y negro. Lo malo, como siempre, en este tipo de sistemas son los que abusan de él. Que no son pocos. Y menos en España, que somos los campeones del mundo de la picaresca.
Es obvio que tiene que haber una exigencia a los estudiantes a los que el Estado beca. Pero es obvio también que no puede haber tabla rasa. No es lo mismo un 6’5 en cualquier ingeniería que en Periodismo. Como no es el mismo 6’5 el que saca un estudiante en una Facultad muy exigente que en otras en las que se califica de manera más laxa. Y, por supuesto, no es lo mismo un estudiante brillantísimo que saca el 6’5 con la gorra, que aquel que hace un esfuerzo sobrehumano para alcanzar un 5’3 que, al final, es un aprobado. ¿Merece más la beca el estudiante brillantísimo, o el menos brillante, pero muy trabajador que no llega a la nota de corte?
No sé, probablemente conseguir un seguimiento de cada caso sea muy complicado, y no estemos preparados en España para una atención tan personalizada al estudiante universitario. Pero lo que es indudable es que el Estado debe exigir al que le da algo. No sé por qué está tan metido en nuestro cerebro lo de la Gran Teta. Yo he tenido en casa a una asistenta que, tras meses de baja por un problema de espalda, me vino diciendo que ella, lo que quería, era que le dieran una incapacidad. ¡A los 33 años! Y me imagino que si esto lo lee algún empresario le sonará lo de trabajadores que te pedían que les echaras para irse al paro porque estaban muy cansados, porque necesitaban un tiempo de parón o, juro que a mí esto me ha sucedido, porque querían estudiar una oposición y, si les echabas podían tener el paro y estudiar a la vez. Y ¿por qué nos pasa esto? Pues porque tenemos un sistema podrido y unos políticos pichaflojas a los que les parece que es inhumano establecer un control sobre aquel al que se le da una ayuda estatal. Ojo; yo no estoy diciendo que el Estado no ayude. Estoy pidiendo que se le exija a aquella persona a la que el estado ayude y que, si a alguien se le pilla con el carrito del helado, se le caigan las bolingas. Pero claro, para pillar a alguien hay que establecer controles y eso nos parece fatal.
Pero aquí no. Aquí todo lo que suene a exigencia es fascismo y a Wert se le ha echado encima media España. Y ahí le ha salido, por un lado, la Soraya del Psoe con cara de muchísima pena diciéndole. “¿Pero cómo podéis hacerle esto a los nuestros?”. Y, por otro lado, le salen los del PP, con esa cara que ponen los de derechas cuando pillan en un renuncio a uno de los suyos que ha salido malote: “Pero Wert, locuelo, ¿cómo se te ocurre decir estas cosas?”. La cuestión es que el Ministro, que no está saliendo muy hábil, les ha venido de perlas a los del PP. Porque con Wert se ha cumplido lo de correr en auxilio del vencedor, pero al revés. El Ministro se está convirtiendo para sus compañeros en una magnífica cabeza de turco o en el chivo expiatorio. Vaya, en el pringao del cole de toda la vida. “¿Que los datos de lo que sea no son muy buenos? Tranquis que ya saldrá Wert a montar un pollo para que se olvide esto en dos patadas”.
Y por cierto, perdonen que corte así bruscamente, pero voy a llamar a mi asesor fiscal, que está con mi declaración, no vaya a ser que el Ministro Montoro me haya comprado 3 fincas en Jaén y esté aquí yo como un tonto escribiendo cabras, en vez de disfrutando de mis olivares.