UN LÍDER

No sé lo que ha estado pasando realmente en estos días en Burgos. No sé si, como aseguran los entornos PP, los que se enfrentaron a la poli eran violentísimos anti-sistema o si, como dicen los de entorno PSOE y los propios vecinos del barrio de El Gamonal, eran sencillamente cudadanos cabreados como monas. Imagino que, como suele, pasar en estas cosas habrá un poco de todo, pero me hace gracia ver cómo se divide la lectura de lo que pasa en Burgos según de qué pie cojees.
Entre los políticos y medios del PP queda claro que la obra que quiere hacer el Alcalde Javier Lacalle estaba en su programa electoral, se había debatido durante meses y está refrendada por una mayoría absoluta. Por tanto, los que se oponen a ello violentamente son poco respetuosos con el juego democrático. Incluso, la mete gambas oficial del partido gobernante en Burgos y en España, se ha desmelenado hablando de “los atentados de el Gamonal”. Lo de la Botella es de estudio psico-sociológico. ¿Dice estas cosas en serio y es que, sencillamente, se le va más la pinza que a la Sophia Petrillo de la Chicas de Oro? ¿O es una finísima estrategia de comunicación del PP para meter ruido y distraer atenciones? Yo me inclino por lo primero.
Pero como estamos en esta época de la España partida en dos, si oyes a los políticos y medios cercanos al PSOE parece que lo de Burgos ha sido el heroico triunfo de Fuenteovejuna. Después de que el alcalde paralizara el proyecto para buscar consenso, la alegría se ha desbordado y por esos muros del Facebook me he hartado de ver cosas como que “el pueblo unido jamás será vencido” y a amigos míos con mensajes de “No Pasarán”, “Yes we Can” y uno muy gracioso que decía: “Antes en Burgos éramos famosos por nuestras morcillas, hoy lo somos por nuestros huevos.” En fin.
Pues eso, que no sé muy bien de qué va esto, pero, lo que me parece obvio es que se está cociendo algo y lo raro es que haya tardado tanto en pasar. Hace meses, yo hablaba en una Cabra de lo extraños que somos los españoles. Que pase lo que pase, sólo nos indignamos horriblemente y salimos a la calle si sucede algo tan grave y trascendental para nuestras vidas como que nuestro equipo baje a segunda injustamente. Pero que rara vez nos movilizamos por cosas mucho menos importantes como que un partido gobernante se pase por la zona escrotal su programa y recorte derechos y suba impuestos salvajemente. Para qué nos vamos a manifestar por memeces como que en Andalucía el partido gobernante y los sindicatos den motivos para que los corran a gorrazos; por fruslerías como que decenas de etarras condenados por matar monten una rueda de prensa para defender sus derechos pisoteados; por nimiedades como que el ex tesorero del PP esté en prisión y aún no haya habido ni una sola consecuencia política; por chorraditas como que políticos y juristas diversos se empeñen en que no declare la hija del Rey y hasta haya un ministro que diga la soplapollez de que la Infanta no debe llegar andando al juzgado. Me hacen gracia estos monárquicos que están haciendo más daño al Rey que el partido republicano más recalcitrante. Y la lista de bobadas que jamás nos llevarían a manifestarnos puedo alargarla; el presidente del PNV que la primera vez en su vida que habla de derechos Humanos en Euskadi, es para hablar de los derechos de los presos etarras. El suicida de Mas y el plasmado Rajoy que siguen conduciendo a Catalunya a un callejón sin salida en el que da la sensación de que todos vamos a salir perdiendo. La que han liado con el aborto… Menos mal que en estos días, se ha producido otro acontecimiento planetario, que habría dicho Leire Pajín, y Obama nos ha tranquilizado tremendamente al reconocer en Washington el innegable liderazgo de Rajoy. Manda huevos. Se le podrán reconocer virtudes a Rajoy, pero que se le atribuya liderazgo a un hombre que no habría ganado por sí sólo ni las elecciones a presidente de su escalera, da risa.
Lo malo es que todo esto no tiene ninguna gracia. Porque haría falta un verdadero líder en España para gestionar esta tremenda olla exprés sin pitorro en la que nos hemos convertido. Millones de familias en mala situación económica, una debilidad del estado que hace que cualquiera, a día de hoy, le plantee retos y un gobierno que sigue friéndonos a impuestos a ciudadanos y empresas. Yo no defiendo en absoluto el uso de la violencia, pero no me extraña que pasen cosas como lo de Burgos. Espero, sinceramente, que no sea un fuego que se extienda, pero creo que Rajoy debería salir de su plasma y empezar a darse cuenta de que el país en el que vive se parece mucho más al que hay en las colas del paro que al que vendió alegremente el otro día ante varios empresarios estadounidenses.
Y, por cierto, una tontería, pero es que el otro día escribiendo en mi móvil la palabra “tweet”, mi autocorrector me propuso: “féretro”. No sé si será mi subconsciente, o es que a veces la tecnología esconde analogías sorprendentemente brillantes.