CERRAR LA HERIDA

Que le vaya bonito, Monseñor. Ya me da pena que Antonio María Rouco Varela, Cardenal Arzobispo de Madrid, haya mantenido su gesto hosco, antipático y poco misericordioso hasta en su último acto masivo como Presidente de la Conferencia Episcopal. Y no era un acto cualquiera. Era una misa en recuerdo de las víctimas de aquel día atroz del 11 de marzo de 2004 en el que los terroristas no sólo mataron a 191 personas e hirieron a 2.000. Aquellos villanos, además, abrieron una herida social que sigue abierta y que no sé si vamos a ser capaces de cerrar algún día.
Para empezar yo, que, soy católico practicante, no entiendo por qué un acto oficial de recuerdo a las víctimas de un atentado, presidido por los Reyes y el gobierno, se tiene que hacer en un templo católico y en una ceremonia católica. Estoy seguro de que, si la decisión la hubiera tomado el Papa Francisco, habría optado por ofrecer al resto de confesiones y a los no religiosos la opción de un acto ecuménico en el que se hubiera sentido cómodo un cristiano, un musulmán, un judío o un ateo. Pero no. Hala, hacemos una misa con 40 obispos, toda la pompa del Catolicismo de toda la vida y Monseñor nos suelta una homilía con su cara de haber olido un pedo y no haber sido él. Una alocución, por cierto, en la que soltó sutilmente frases en las que daba a entender que sigue sin estar claro quiénes fueron los autores de la matanza. Ya saben que una de las heridas que dejó abiertas el 11M es la de los que piensan que la investigación del atentado se hizo mal y que hubo un plan para ocultar la participación de alguien más que los islamistas de AlQaeda. Enfrente de ellos están aquellos que les llaman los “conspiranoicos” y que creen a pies juntillas que el 11M fue un atentado en venganza por la participación española en la guerra de Irak. Es curioso porque los de uno y otro lado dan por sentado que los suyos, en aquellos días terribles, lo hicieron bien y que fueron los otros los que lo hicieron mal. Si uno habla con alguien muy del PP, te dice cosas como que el gobierno no mintió, sino que le engañaron los policías de Felipe González diciéndole que era ETA. Si uno habla con los del PSOE te dicen que hubo simplemente indignación popular y no un comportamiento anómalo entre sus medios afines y entre los políticos de Ferraz.
Y yo, que, sinceramente, no tengo especial afinidad ni desafecto ni por unos ni por otros, recuerdo haber vivido aquello estupefacto, con la terrible sensación desde las 2 de la tarde del mismo 11 de marzo de que estaba pasando algo que se nos escapaba.
Yo entonces trabajaba en Antena 3. Estábamos todos los del equipo arrasados, rotos como el resto del país, en la redacción de mi programa y recuerdo, perfectamente cómo a eso de las 2 de la tarde todas las televisiones conectan con Moncloa porque hay rueda de prensa del Ministro del Interior, Ángel Acebes. Ya me sorprendió que no saliera el Presidente del Gobierno de la mano del resto de los líderes políticos para informar al país. Pues no. Era el Ministro del Interior, con su corbata negra para decir que la autoría del atentado era “sin ninguna duda” de ETA. Al instante varios periodistas que estábamos en la redacción nos miramos y dijimos: “¿Pero ya lo han reivindicado?”. Porque JAMÁS en los años en los que yo he trabajado se decía tras un atentado una frase como esa. Se recitaba como una letanía: “todos los indicios conducen a…”, pero nunca se daba por hecha la autoría de un atentado hasta su reivindicación y posterior investigación policial.
Yo no dudo de que al gobierno hubiera gente que le engañara desde dentro, pero, de lo que estoy seguro es de que al ejecutivo se le notó en exceso en aquellos días su deseo ferviente de que el atentado hubiera sido obra de ETA porque (y es una frase textual que me dijo aquella mañana un amigo del PP) iban a obtener 200 diputados. Del mismo modo creo que al PSOE y a los medios afines se les notó en exceso su deseo ferviente de que el atentado hubiese sido del entorno AlQaeda y por eso se habló de terroristas suicidas y hubo llamamientos a echarse a la calle contra el gobierno que nos metió en la Guerra de Irak. Porque ellos sabían que, si al final se certificaba la autoría islamista, podían darle a las elecciones el vuelco que finalmente le dieron.
Yo no sé si es cierta o no la teoría de la conspiración porque, además, los que están en un lado y en el otro, miran con suficiencia a los de enfrente como dando por hecho que son unos pobres simplones sin su perspicacia. Lo único que sé es que, 10 años después seguimos siendo incapaces de hacer una manifestación de toda la sociedad española para gritar contra los que nos hicieron esto. Ayer me deprimí al ver cómo en diferentes medios seguían rascando para mantener abierta la herida. En Libertad Digital insisten en que no sabemos quiénes fueron y califican de serviles y cobardes a los que afirman que fue un atentado islamista. En Público.es Aníbal Malvar llama “traidora” a Pilar Manjón por haber hecho algo que creo que hay que aplaudir y es que decidió acudir a la misa de Rouco para no dar una imagen de división de las víctimas.
Coño, una vez más tienen que ser las víctimas las que nos den lecciones. Pero, si los que más perdieron aquel día han sido capaces de mirar hacia delante y abrazarse, no sé a qué esperamos todos los demás, empezando por políticos, medios e Iglesia para dejar de soltar mensajes de división, ir allí y abrazarles diciéndoles algo parecido a perdón y gracias.