MÁS TONTO, IMPOSIBLE

Menos mal que existen las tildes y los signos de puntuación. Lo digo porque no es lo mismo decir: “MÁS TONTO, IMPOSIBLE” que “MAS; TONTO IMPOSIBLE”. Si no, quizás algunos de ustedes podrían pensar que yo estaba titulando mi cabra con un insulto para Artur Mas (sin tilde). Y eso no debo hacerlo, aunque me den ganas. Hombre, debo reconocer que, a mí, Mas no me parece muy listo. No sé si es más necio que loco o viceversa, lo que sí es cierto es que no le tengo en mi lista de los españoles más inteligentes (y que me perdone por lo de español). Digo esto porque anteayer seguí como pude, desde fuera de España, el Debate en el Congreso sobre el derecho a decidir. Sólo saqué en claro que, al menos, los líderes de los partidos estatales le han dicho a Mas que nanay. Pero habrá que ver si son tan firmes y terminantes en 2015 cuando, como se prevé, el voto de los nacionalistas sea fundamental para que alguno de los dos grandes partidos gobierne. Volverán entonces las innumerables tontadas que nos han traído estos lodos pertinaces en los que nada don Artur con su flotador de patitos. Por lo demás, me tiré todo el Debate intentando comprender qué es lo que ha pasado para que lleguemos al lugar en el que estamos. Y sigo sin entenderlo. Mas gana de manera exigua unas elecciones en cuya campaña se hartó de pedir a los catalanes que le dieran fuerza para exigir en Madrid. Visto que no había conseguido sus objetivos, un poco más tarde adelanta las elecciones para conseguir una mayoría amplia de verdad. Vaya; lo que viene siendo un plebiscito disfrazado de comicios. Y van los electores y le dicen a Mas que le den mucho por donde amargan “els cogombres”, que es como se dice pepino en catalán. Y, lejos de dimitir o pensar en qué se había equivocado, va el tío, se abraza a los independentistas y decide meter a Cataluña y a España en un jardín sin flores. Vamos, lo malo no es que no haya flores; es que hay miles de cactus y ni un solo parterre para pasear entre ellos. Y, a todo esto, en la sociedad catalana ha calado el mensaje de que España les roba y que, como lleva pasando desde hace siglos, les tratamos mal y que lo mejor que podría sucederles es la Independencia. Y claro, a ver quién es el guapo que arregla esto, porque yo he discutido con amigos catalanes muy moderados, que se niegan a reconocer que lo de Mas es una cagada descomunal y que, por mucho que se empeñe, no va a poder hacer de su capa un sayo sin provocar el tremendo daño que ya está haciendo. Porque ya que nos vamos a poner a cambiar la Constitución para contentar a los soberanistas (me gustaría saber con qué cambio en concreto se quedarían satisfechos), yo ya de paso reformaba también la ley electoral y reducía las posibilidades de que el gobierno del Estado siga estando cíclicamente en manos de los que, precisamente, no quieren pertenecer al Estado. Pero claro, eso es como pedir la luna y eso, de momento, sólo se le permite a Mas.
Y ya que hablamos de gente no muy lista a la que se le permiten cosas extravagantes, decía que el debate me pilló fuera de España. Estoy en Cannes en un festival de televisión. Es este uno de esos sitios a los que, cuando uno va, despierta oleadas de envidia entre las amistades, como si fuera a estar toda la semana alternando en los yates que están atracados a 100 metros del “Palais des Festivals”. Pero no. Te vienes hasta aquí para tirarte 3 días dando vueltas como un trompo entre casetas y stands hablando en todos los idiomas de los que tengas alguna noción. Mi mujer se ríe cuando digo que soy tetralingüe, pero juro que soy capaz de mantener reuniones a buen ritmo en inglés, francés e italiano. Vaya, algún ataque de risa nos entra cuando digo burradas, pero eso también sirve para hacer más distendido el ambiente.
Pero a lo que iba, que me desvío, es que en la noche del martes me fui a un Pub Irlandés para intentar ver el partido de Champions del Madrid contra el Borussia. Fue imposible y, visto el resultado, me alegro, pero daban el Chelsea-Paris Saint-Germain. Lógicamente la mayoría de los clientes iba con el PSG, pero había como un 10 por ciento de ingleses. Entre ellos, uno de esos de los que dices «más tonto, imposible». Era un inglés que estuvo toda la noche provocando a los franceses, gritando en inglés y francés frases poco afortunadas que iban subiendo de tono a medida que se aproximaba el final del partido. Cuando, en el último minuto, el Chelsea metió el segundo gol, que dejaba fuera de semifinales a los franceses, empezó a gritar como loco “Goodbye PSG”, “Au revoir la France”… Nadie le había dicho nada hasta entonces, pero un armario de tío, gabacho para más señas, ya no aguantó más, se le acercó y lo agarró por el cuello con ganas de partirle la cara. El británico en cuestión, que era canijo, lógicamente se amedrentó y empezó a decir tonterías en plan: “vamos a hablar”, “no hay que ponerse nerviosos” y tal y tal. Al francés, por suerte, lo agarraron entre varios y se lo llevaron mientras gritaba cosas como “fils de pute”, “con”, “putain” y “cochon” y otras palabrotas que ni mi tetralingüismo pudo entender. Y dirán ustedes que qué tiene que ver el inglés este con lo que estábamos hablando. Pues que el gallito provocador del Chelsea me recordó tremendamente a Mas. Sólo que al Honorable no sé cuándo va a aparecer alguien que, de verdad, y, a ser posible sin violencia, lo meta en vereda.

11 comentarios en “MÁS TONTO, IMPOSIBLE

    • Gracias, Marian. No sé yo si va a aparecer porque, en cuanto haya una mayoría relativa en el Congreso, volveremos al mamoneo que ha derivado en esto. Un beso.

  1. Vayamos por partes:

    No me gusta el título de esta cabra. Más allá de que el juego de palabras me parezca poco ingenioso, creo que cualquier persona que representa a todo un país, región o sector se merece el debido respeto, aunque él no haga lo propio.

    Que determinados políticos catalanes, vascos o de donde sea utilicen el nacionalismo como munición electoral para perpetuarse en el cargo, para justificar su misma existencia o para levantar una cortina de humo sobre los verdaderos problemas que afectan a la población, es tan antiguo como las guerras. Llevamos mucho tiempo sufriéndolo aquí y a mí sinceramente no me parece que hayamos rebasado recientemente ningún umbral especial de estupidez. La acostumbrada. Quizás lo más llamativo es, precisamente, la escalada soberanista en un momento con tantos otros problemas mucho más serios. Ergo, será precisamente por eso, digo yo. Menos votos que nunca, pues a golpearse más fuerte en el pecho.

    Por último, discrepo de que el debate deba ser si es constitucional o si es que quieren romper España. A mí me la pela. Creo que el auténtico debate es porqué no se puede consultar a la población sobre su opinión. Una consulta no tiene porqué ser vinculante. Hoy en día existen herramientas de consulta (incluso online) y a mí, personalmente, me interesa saber qué opina la mayoría de los catalanes (y el resto de los españoles) sobre una hipotética separación. Con la información sobre la mesa y por supuesto con las cuentas claras, quién debe pagar a quién las facturas pendientes. A lo mejor el resultado de esa consulta dejaba zanjado el debate para varios siglos. O no.

    • Gracias, Josesain. Para empezar, en el título no falto al respeto a nadie, salvo al hooligan inglés del que hablo al final. Ya explico, aunque no te guste el juego de palabras, que precisamente lo que no quiero es llamar tonto a Mas, aunque, insisto, no me parece excesivamente inteligente. A mí no me la pela que haya gente que quiere saltarse a la torera la ley. Sea para lo que sea. No podemos pedir respeto a la ley para unas cosas, y pasárnosla por el forro para otras. En eso se basa la convivencia; en que debemos aceptar todos que las reglas sirven para todos y en todo momento. Y lo que están pidiendo está fuera de la ley. Y el problema es que nunca hablan claro. Yo recuerdo hace años, cuando a CiU y PNV les daba vergüenza hablar de independencia y te hablaban de autodeterminación Y, cuando les preguntabas por la diferencia, nunca nadie era capaz de explicártelo. Ahora sucede al contrario, ya hablan abiertamente de independencia y cuando les dices que están pidiendo la independencia reculan y te dicen que realmente no. Están en un tira y afloja sin darse cuenta de que en muchos ciudadanos el mensaje ha calado y les han hecho ver que pueden reclamar la independencia como un derecho inalienable y que quien te niegue ese derecho o el derecho a opinar sobre ello es un fascista. Y no es así. Hay una Constitución que en su artículo 2 dice clara y literalmente que «la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española». Y eso no es opinable. ¿Quieren cambiar la Constitución? Coño, pues que utilicen las vías legales que hay para hacerlo. Todo lo que no sea eso es una irresponsabilidad cercana o a la estulticia o a la inconsciencia y ambas cosas son inaceptables en un líder político al frente de un gobierno democrático. Y además trufando el mensaje con arengas lamentables sobre lo malo que ha sido siempre el Estado español con Cataluña. Yo creo que eso es inaceptable, por mucho que a mí me parezca bien que la gente opine. Porque, la verdad, no creo que estemos aquí hablando de hacer una encuesta online, como si habláramos de los productos del Pryca. ¿No? Un abrazo.

        • Gracias, Josesain. No sé por qué dices eso. Aunque para sordo el tal Mas que, como yo te adelantaba ayer, hoy dice en la prensa extranjera que, si no consigue hacer la consulta, convertirá las próximas elecciones autonómicas en un referéndum. Sigue sin darse cuenta de que ya tuvo ese referéndum en las últimas elecciones al Parlament y Cataluña le dijo claramente no. Aquí se trata de algo tan sencillo o tan complicado como cumplir la ley. Es como lo de Andalucía; que una consejera se salte las leyes que regulan la concesión de viviendas públicas porque se le pone en el mismo, sería de risa si no fuera tan grave como es. Y ahí tienes a Cayo Lara diciendo que ellos lo que tienen que hacer es oír al pueblo. Estoy ya de Mesías que oyen la voz del pueblo hasta los mismísimos. La voz del pueblo son las elecciones y las leyes que hacen los parlamentos. Todo lo demás es justificar lo injustificable. Un abrazo.

  2. Los catalanes queremos otro estado porque en el estado español se ha demostrado que es imposible construir la Cataluña que queremos los catalanes. El nuevo estatut pretendió ser una vía legal de encaje en España. Se recortó, más por pura iniciativa política que judicial. Se buscó el diálogo para llegar a un pacto fiscal. Portazo de Rajoy. Vamos a ver, ¿me puede decir alguién qué hay que hacer cuando las urnas hablan y no hay manera de avanzar? Nadie podrá decir que Mas no está agotando todas las vías legales. Aquí lo se nos está diciendo es que nos tenemos que aguantar. Que hay cosas con las que está prohibido soñar. Pero bueno, ¿es que la constitución las grabó Dios en piedra con un rayo?

    • Gracias, Jordi. Si recuerda usted, el Estatut se recortó, entre otras cosas, porque decía cosas que no era posible decirlas con la actual Constitución en la mano. Y la Constitución, afortunadamente, no la grabó Dios en ninguna piedra. La redactaron decenas de personas, lideradas por 7 políticos (entre otros varios nacionalistas) y fue refrendada por una mayoría aplastante de españoles, incluyendo a los catalanes. Esa misma constitución, ahora tan denostada, prevé mecanismos para hacer cambios, pero hay que aceptar que hay unas reglas que regulan nuestra convivencia precisamente para que nadie vaya por ahí haciendo de su capa un sayo. Yo creo que Mas se metió él solito en un jardín en el que hizo pensar a los catalanes que, de manera unilateral, podía pasar algo que, si pasa, debe contar con todos y hacerse según la ley. Todo lo demás son reivindicaciones muy respetables y sentimientos absolutamente lícitos, pero que, desde mi punto de vista, deben adaptarse a lo que, hasta hoy, dicen las leyes que se aprobaron legalmente en un Parlamento legítimo. Un saludo.

  3. Carlos, te voy a expresar mi opinión sincera sobre la independencia de Cataluña, como catalán castellano-parlante (o bilingüe sin complejos, trilingüe si consideramos el inglés, ya ves, casi tetralingüe como tú!), hijo de murciano y almeriense, nacido en Santa Coloma de Gramenet, con amigos en toda España y parte del extranjero, sin afiliación política, sin intereses marcados hacia una u otra postura, y admitiendo que cómo todo el mundo, soy una persona influenciable por mi entorno, los círculos en los que me muevo, y los medios de comunicación que consulto.
    Creo que es importante decir esto, para dar cuenta de la variedad del espectro social que apoya la celebración de una consulta sobre la independencia de Cataluña, y la cual debería servir como punto de partida para una futura negociación o diálogo, no como el objeto en sí de la discordia (¡una consulta!, ¡por favor! ¿sería acaso ilegal hacer la misma pregunta del 9N en una encuesta telefónica?)
    Pues bien, siempre que reflexiono sobre este tema (la independencia), pienso en el ejemplo de una pareja que lleva tiempo casada y conviviendo junta, pero que ya no se entienden o quieren cosas diferentes en la vida, o al menos uno de los dos lo siente así. Pues bien, creo que hoy en día, el divorcio se acepta como una opción válida mayoritariamente en España. El divorcio, no significa necesariamente dejar de quererse, sino dejar de hacerlo de una manera insana. No significa dejar de lado los hijos en común, sino dejar de someterlos a la tortura de unos padres que siempre discuten y se pelean. Significa que cada uno por separado será más feliz con su propia vida que estando juntos queriendo cosas diferentes (aunque a uno de los dos le cuesta más admitirlo que al otro). Creo que esta pareja que representa Catalunya y España, la constitución actúa como una boda por la iglesia («hasta que la muerte os separe»). Yo no creo en el matrimonio católico, y aunque no me he casado todavía, he conocido ya infinidad de personas casadas por la iglesia, pero que después se han divorciado. ¿Crees que sirve de algo invocar cuán sagrado es el matrimonio para permanecer juntos? ¿Acaso tiene relación el contrato que una pareja firmó al casarse con las circunstancia que los ha llevado a la separación?. El diálogo de sordos en el que se ha convertido este asunto de la independencia (generalizando el comentario de josesain) me recuerda muy mucho a un matrimonio insano, y sólo deseo el divorcio, para que todos (España y Cataluña) seamos más felices. Es la conclusión a la que he llegado yo. ¿Y sabes para mí cual es el principal motivo para creer en la independencia? pues que una vez independientes, no deseo escuchar nunca más el discurso victimista de que «la culpa es de Madrid», y deseo que seamos dueños de nuestro destino y nos hagamos responsables por fin de nuestros errores y nuestros logros. Y sinceramente, también deseo un cambio similar para el resto de España. Estamos anclados en una mentalidad de potencia imperial que nos hace creer ser merecedores de un puesto especial en la historia y en el mundo, y eso es precisamente lo que dejamos escapar siempre por culpa de nuestras ínfulas de gran pais. Llevamos siglos creyéndonos el Cid Campeador, y no hemos nunca dejado de ser un triste Quijote.

    • Gracias, Jordi y disculpe que haya tardado en responderle. No digo que no tenga usted razón, pero, si se fija en la evolución del tema del nacionalismo catalán, Convergencia ha ido pasando de un mensaje tibio en el que hace años se pedía mayor auto gobierno, determinadas transferencias… a un mensaje directamente abierto en el que se sueña con una Cataluña independiente. Y a mí, insisto, no me parece mal que se tenga esa aspiración y que se defienda en las Instituciones democráticas y siguiendo los pasos que prevé la ley. Compara usted la relación de España y Cataluña con un matrimonio. Yo creo que es más la de unos socios de una empresa. Normalmente, en las empresas, las leyes y los estatutos propios de cada compañía regulan la manera en la que los socios amplían y recortan su participación y el modo en el que un socio puede o no abandonar la empresa. Con nuestra relación sucede lo mismo. Cataluña no puede ir por libre y decidir lo que mejor le conviene, porque hay unas leyes y una Constitución, que nadie nos impuso, que regulan cómo deben pasar las cosas. Yo no pienso, como usted, que España se crea nada, ni que tengamos mentalidad de potencia Imperial. Creo que nos iría mucho mejor si tuviéramos una mayor autoestima, si estuviéramos unidos y si todos remáramos en la misma dirección con el orgullo de ser miembros de un mismo Estado. En eso me da una tremenda envidia Suiza. No sabe usted lo orgullosos que están cada uno de su cantón y lo orgullosos que se muestran cuando dicen que son suizos. Y en todos sitios están las banderas de la Confederación y la de los Cantones. Ahora; hay unas reglas y, a quien se las salta, lo crujen. Yo a esto le veo difícil solución, porque son ya muchos años de desencuentro, pero, ¿Cree usted de verdad que una consulta va a arreglar algo? ¿Si el resultado es peor de lo que esperan los independentistas van a reducir sus reclamaciones? ¿Si el resultado les da la razón cree que van a estar más legitimados para no cumplir lo que dice la Constitución que regula nuestra convivencia? Yo creo que lo que deben hacer es utilizar los cauces que establece la ley y proponer un cambio constitucional. Un saludo.

    • Y, por cierto, Jordi, no se lo he dicho en la respuesta anterior, pero no quería dejar de decirle que me parece un placer poder hablar con usted y establecer un diálogo en el que con educación y con toda claridad me expone lo que siente y lo que piensa sobre la independencia de Cataluña. Probablemente si nuestros políticos fueran capaces de sentarse y hablar con tranquilidad, no habríamos llegado al punto en el que estamos. Un saludo.

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