EN DEFENSA DE TONI NADAL

Estoy últimamente en plan defensor de pleitos pobres, pero, cada vez me estomagan más los pesaditos que viven, estresados, pendientes de que alguien se salga del camino políticamente correcto para subir a la palestra con cara de gran aflicción a poner las cosas en su sitio. Debo decir también, como el otro día con Íker, que no soy amigo íntimo de Toni Nadal. Mantenemos un trato cordial, me parece un hombre educado y encantador y, cuando nos hemos visto, me ha resultado un placer su compañía. Digo esto porque no es el afecto el que me lleva a decir que flipo con la que le están montando tras sus declaraciones por el nombramiento de Gala León como seleccionadora nacional de tenis masculino.
No recuerdo en qué película había un personaje que cada vez que alguien decía algo incorrecto gritaba, con la vena a punto de explotar,: “¡¡¡Anateeeemaaaaa!!!”. Y ayer me acordaba de ese personaje porque los pichasflojas del país, entre los que hay hombres y mujeres, hay temas con los que saltan como movidos por un resorte. Si se habla de razas, de mujeres, de homosexuales, de inmigrantes, de discapacitados… de todas aquellas personas, en fin, a los que los americanos incluyen en la “diversity”, elevan sus antenas, ponen las orejas tiesas y nos dan lecciones morales a los que no somos tan finos como ellos. Y les da igual si lo que motiva su reacción es algo sacado de contexto, si es una mala interpretación del periodista que lo cuenta o si es, sencillamente, falso. Ellos, sin contrastar, no vaya a ser que les jodan el “momentum”, convocan a la prensa, se ponen delante de un micrófono a gritar “Anateeeemaaa” y se cagan en las muelas del pobre que haya osado decir algo sin cogérsela con papel de fumar.
Recuerdo hace unos años a un panoli, que era presidente de una asociación de defensa de los niños, Prodeni, que hizo un ridículo mayúsculo al denunciar a Antena 3 por violar la intimidad de una moza. Fue inolvidable; supuestamente, la menor había salido por la tele, en su cuarto, haciendo cucamonas con su perro en salva sea su parte, mientras Ricky Martin esperaba en un armario (grandiosa premonición) para darle una “¡¡¡¡Sorpresa, Sorpresaaaa!!!!” Una de esas leyendas urbanas, un burdo rumor, que habría dicho Javier Krahe, sirvió para que este papanatas, supuesto defensor de la infancia mancillada, reclamara ante la prensa una intervención de la Fiscalía del Menor. La Fiscalía pidió a Antena 3 la grabación y hubo que decirle al fiscal que eso jamás había pasado y que la denuncia de la tal Prodeni obedecía a que “a mí me han dicho que a Manolita le ha contado su madre que una vecina lo vio”.
Con esto de Toni Nadal ha pasado algo similar. Yo escuché la entrevista que le hicieron en RNE. Y quedaba muy clara la postura de Toni. Le había sorprendido que se escogiera a Gala León como capitana para la Davis. Y explicaba en varias respuestas por qué. En ningún momento dudaba de su capacidad por el hecho de que fuera mujer. Toni hablaba de que Gala León no conoce personalmente a muchos de sus jugadores. No conoce en profundidad el circuito masculino ni, por tanto, a los que van a ser sus rivales. Entendía Toni Nadal que tenía más sentido que fuera un jugador experimentado, a ser posible con un currículum de éxitos en el tenis masculino y pensaba en Juan Carlos Ferrero (ganador del punto decisivo en la primera Davis que ganó España) o en Sergi Bruguera, entrenador actualmente y vencedor, entre otras cosas, en dos Roland Garros. Muy al final, en tono jocoso, comentando el hecho de que hubiera en el vestuario una mujer, decía Nadal que iba a ser raro porque los jugadores iban medio desnudos.
Hete aquí que los santones de la corrección, los que llevan el papel de fumar adosado al prepucio, los que creen que, sin ellos controlando, el mundo sería mucho peor, deciden gritar: “¡¡¡Anateeeemaaaa!!!”. Y, sin escuchar la entrevista completa, convierten a Toni Nadal en un machista de la peor especie y empiezan a circular frases sacadas de contexto, párrafos en los que se une una frase de aquí y otra de allá para transformar al entrenador y tío de Rafael Nadal en un Cromagnon machista que merece el reproche de una sociedad moderna como la nuestra. Pues a mí, qué quieren que les diga, me parece una soberana memez. Como tantas otras. Creo que pocos deportistas tienen un entrenador tan discreto, educado, ponderado y siempre en su sitio como Rafa Nadal. Su tío Toni es un hombre tranquilo, que jamás saca los pies del tiesto, pero de los que siempre llaman a las cosas por su nombre. Y eso, cuando los talibanes del papel de fumar están en guardia, puede resultar peligroso. En fin que le mando a Toni un abrazo y voy a cambiar de tema, ya que hablo de peligros, porque no quería terminar esta Cabra sin acordarme de Ruiz Gallardón. Ya ex-ministro. Es más, pensaba haber titulado esta Cabra “Cuidadín”, haciendo referencia a Mariano Rajoy. Fíjate; este líder del PP que parecía melifluo y no muy sagaz, se está desvelando como un finísimo Maquiavelo de las Rías Baixas. El despliegue táctico es impresionante; mete en el gobierno a Gallardón, que llevaba años tocándole las narices. Le encomienda el marronazo de una reforma de una ley en la que no creía ni el propio ministro. Pero, quizás pensando que ese movimiento le iba a reconciliar con los votantes del PP que le consideraban “un rojete” (así he oído que le calificaban en muchas ocasiones), Ruiz Gallardón aceptó y se entregó a la causa con sorprendente empeño y con más entusiasmo que algunos obispos de la Iglesia. Y, vaya por Dios; el mismo que le coloca el marrón aparece meses más tarde y le dice: “Pero hombre, Alberto, ¿de qué vas haciendo leyes sin consenso?” y le pone en una situación en la que a Ruiz Gallardón no le ha quedado más remedio que irse por la puerta de atrás. Y Santas Pascuas; Gallardón ha dejado de ser un problema para Rajoy. Lo que no sé es qué tiene en la cabeza el ex-ministro; si optará por quedarse, como anuncia, en segundo plano (que ya me extrañaría), o si preferirá irse a otros lares. Lo malo es que no asuma bien el disgusto, se le vaya la pinza y degenere en plan Verstrynge, que, como le dejen, acaba, dentro de poco, refundando la Liga Comunista Revolucionaria.

PUES VOTEMOS

Pues venga. Vamos a votar. Pero no sean tan cansinos y hombre, ya puestos, si tan bien les parece que se voten las cosas que pide el pueblo, pongamos las urnas en las calles para que los españoles nos pronunciemos sobre todo aquello que nos pete.
Yo, hasta hace poco, estaba hasta el testículo izquierdo del tema este de la consulta soberanista en Cataluña. Ahora ya estoy hasta ambas pelotas de la sensación de que los que apoyan la consulta son los demócratas y los que no la apoyan los liberticidas.

A mí, en esencia, no me parece mal lo de la consulta. Oye, que voten. Pero claro, depende. Porque aquí no se trata simplemente de votar. Hala; estos votan, sale el SÍ a que Cataluña sea un Estado y además independiente. ¿Y qué hacemos? Porque, si ganan por los pelos, los independentistas lo van a tomar como una victoria democrática en toda ley (mitad más uno). Si ganan por abrumadora mayoría, será la reclamación radical de un pueblo. Pero ¿Y si pierden por los pelos o empatan? ¿Va a haber aquí una marcha atrás en esta deriva enloquecida en la que nos ha metido Mas? Indudablemente, no.

Porque en todo esto de la consulta, no se trata de ejercer un supuesto derecho a decidir, se trata de darle apariencia de legitimidad democrática a una reclamación en la que, al fondo, se ve una lucecita que pone INDEPENDENCIA. Y eso es algo sobre lo que todos los españoles ya decidimos; votamos SÍ no hace tanto tiempo, en 1978, a una Constitución aprobada por la inmensa mayoría de los votantes. Lo malo es que estos que proponen que se vote quieren ciscarse en lo que pactamos todos y, ya sin tapujos, sueltan cosas como lo que dijo el otro día a El Mundo el líder de ERC Oriol Junqueras: “ha llegado la hora de saltarse las leyes españolas”. Amb dos collons. Dice Junqueras que, si gana el NO, aceptarán democráticamente el resultado. Pero ¿Cómo nos vamos a creer que asuman nada, si no aceptan que el Estado actual proviene de un texto legal que fue votado masivamente por los españoles?
Porque claro, a Junqueras, a Mas y a todos los que nos han metido en este callejón sin salida, se les llena la boca de democracia y piden que se deje hablar al pueblo, y que se escuche la voz mayoritaria y tal y tal. Pero, coño, pues si hay que escuchar la voz mayoritaria, ¿Saben cuánta gente cambiaría la ley electoral española para reducir el poder de los partidos nacionalistas? Millones. ¿Por qué no hacemos una consulta sobre el Estado de las Autonomías? ¿Quieren saber cuántos españoles mandarían a esparragar el actual sistema autonómico? Según las encuestas, en torno al 50 por ciento de los votantes. Y echando un vistazo a algunas encuestas que he leído últimamente, millones de españoles reducirían los derechos de los que profesan la religión musulmana y prohibirían la construcción de mezquitas en España. Y no sólo eso; uno de cada tres jóvenes recuperaría la pena de muerte y casi la mitad de los españoles impondría la cadena perpetua para determinados delitos.
Y ¿qué hacemos? ¿Como son cosas que reclama el pueblo, hacemos una consulta para comprobarlo? Pues no. Porque nuestra constitución consagra un sistema electoral y un estado autonómico que ha sido generosamente ampliado a lo largo de los años, establece la igualdad ante la ley sin distinción de confesión religiosa e hizo desaparecer de España la pena de muerte y la cadena perpetua. Y si surge alguien que quiera que alguna de estas cosas cambie, tendrá que seguir los cauces legales para hacer todas estas reformas y no liarse a poner urnas por las calles para que el pueblo soberano se manifieste.
En fin. Qué pereza. Porque a mí, en el fondo, todo esto me provoca cierta envidia. Me refiero a ese sentimiento patriota que mostraron unánimemente el millón y pico de catalanes que hicieron la V en la diada. Porque en España, uno sólo puede manifestarse patriota sin que le tilden de facha, si dice que se siente andaluz, catalán, vasco o gallego. Si dices que te emociona tu himno, que te apetece hacer algo por tu país o que morirías por defender de una invasión exterior a tu patria, que es España, te conviertes en un filofascista peligroso.

Por eso el otro día paseando con mi mujer y mis hijos por el centro de Madrid, me resultó curioso y triste ver lo escondido que está el Monumento a los Caídos por España de la Plaza de la Lealtad. Para empezar, están cerradas las puertas, con lo que hay que verlo desde lejos. Para continuar, está en un estado de descuido notable y da la sensación de que casi es mejor que no se vea mucho. Fue un monumento que se erigió en 1840 para honrar a los que murieron defendiendo España de la invasión francesa en 1808. ¿Saben lo que pone en uno de los laterales del monumento? Lo fotografié para ponerlo en el blog: es una frase de esas grandilocuentes que, vista hoy, estoy seguro de que le daría tremenda vergüenza leer en voz alta al 90 por cien de los españoles y que, sin embargo, proclamaría con orgullo cualquiera de los que el otro día pasearon la estelada por Barcelona: “HONOR ETERNO AL PATRIOTISMO”. Insisto en que, como diría Woody Allen, no tengo ninguna gana de invadir Polonia, pero, qué quieren que les diga, me dan envidia estos muchachos.

LO DE ÍKER

Debo decir ante todo que no soy amigo íntimo de Íker Casillas. No me debe nada, ni yo le debo nada a él. Tenemos la relación cordial de dos personas que hemos coincidido muchas veces en diferentes situaciones, pero nada más. Lo digo para que quede claro, aunque asumo que Mourinhistas, Anti-Íker, defensores de Diego López y Ultras varios, como en otras ocasiones, me van a llamar desde mojabragas (que sigo sin saber qué significa), hasta fracasado, pasando por antimadridista.
Digo todo esto porque lo único que me une a este grandísimo deportista es, principalmente, la admiración por su anormalidad en los terrenos de juego y por su normalidad fuera de ellos. No lo digo yo; lo dicen las estadísticas. No ha habido en la historia del fútbol mundial ningún portero que haya conseguido el brutal palmarés del guardameta del Real Madrid y, de momento, de la Selección Española. 3 Champions, 5 ligas, 2 copas del Rey, 1 mundial, 2 eurocopas e infinidad de títulos individuales y colectivos como juvenil, sub 21 y profesional. Y en casi todos ellos con una participación decisiva para obtener la victoria final. Pero Íker, que es un hombre afortunado, en los últimos dos años ha pasado un calvario. Un suplicio que comenzó el día en el que decidió no seguir la estela macarra del que, durante 3 temporadas, fue el líder del Madrid; José Mourinho. El clímax de esa fase negativa fue el día en el que Mou dejó en el banquillo al portero, sencillamente, porque no rendía pleitesía al dictador. Porque Mou, al menos en los años en los que estuvo en el Madrid, tuvo el típico comportamiento de los líderes totalitarios y, como ellos, estuvo dispuesto a inmolar a quien hiciera falta para conseguir sus objetivos.
Estos hombres tiránicos, como los militares malos o los jugadores mediocres de ajedrez, sacrifican peones y soldados para lograr sus fines y, si no los consiguen, atribuyen sus fracasos a conspiraciones; a oscuras conjuras de los que quieren socavar su poder. Como en las dictaduras de izquierda y derecha, la maquinaria propagandista se pone en marcha para machacar sin prueba alguna al disidente. Y son implacables; no paran hasta conseguirlo. Y, en esa estrategia aniquiladora, siempre hay voluntarios, peones esforzados dispuestos a morir y matar por el líder mesiánico y si el caudillo les pide dos ellos dan tres. Y si el líder dice que Íker es malo ellos dicen que es pésimo; si beige, blanco. Y eso ha sido el mourinhismo. Gente que ni conocía al Mesías, personas que no ganaban ni perdían dinero en el asunto, hablaban de él con embeleso, repitiendo los mantra de la estrategia fascisto-comunista de Mou: “es el mejor”, “ha acabado con la hegemonía del Barça”, “el Madrid ya es un equipo competitivo”.
Pues igual hizo un equipo competitivo, pero a mí, sus logros en el Bernabéu, me parecen una mierda. Una copa del rey, una liga gastando más que nadie, con más poder que ninguno de los entrenadores que el Madrid ha tenido y provocando un terremoto interno entre el madridismo que todavía hoy tiene réplicas. Y sobre todo destruyendo a jugadores. La lista es larguísima, pero para mí el epítome es lo de Íker. Cuando Mou quita a Íker de la portería no había habido ningún motivo deportivo que obligara a su sustitución. Todo se basaba en esas pequeñas insinuaciones, rumores, maledicencias que va soltando el Mesías para que vayan calando. He retado muchas veces a mourinhistas a que me dijeran un único partido de aquellas fechas que el Madrid hubiera perdido por culpa de Íker. Porque fueron decenas los que Mou ganó gracias a Íker. El problema de Íker no fue su inseguridad por alto ni que se entrenara supuestamente a medio gas. El problema de Íker fue que en varias ocasiones se enfrentó al líder y Mou, como los malos de las pelis malas acabó teniendo un pensamiento maligno mientras le destellaba una lucecita en la córnea y dijo: “a este me lo follo”. Y desde entonces no paró hasta conseguirlo. Hoy Íker empieza a salir de la peor crisis de confianza que se le ha conocido. Pero es que es lo normal. ¿Quién en un puesto tan crítico sería capaz de sobrellevar las andanadas que ha sufrido Íker en los últimos 2 años? Te quito, te pongo, ahora te lesionas y cuando te recuperas te quita el puesto tu suplente. Porque aquí no hablamos de cualquier portero. Coño. Es que es el mejor portero de la Historia del fútbol mundial. Es el tipo de jugador que, cuando vuelve de una lesión, tiene que jugar sí o sí. Como Ronaldo. ¿O alguien se sorprende de que Ronaldo vuelva a ser titular tras una lesión por mucho que su sustituto se salga del cuadro? A Íker se le negó ese trato. Y no sólo eso. Cuando se va Mou, Ancelotti decide la marcianada de alternar portero. Y va Íker y con su legendaria flor rectal gana las dos competiciones en las que participa. Por supuesto, según sus enemigos, sin aportar nada y con una cagada en la final de la Champions que daba la razón a los que cada vez que Íker falla dicen: “¿lo ves?” Pero el final del calvario de Íker lo marcó el Mundial. No creo que ninguna derrota de España fuera culpa exclusiva de Casillas, pero aquellos partidos acabaron por rematar su descenso al infierno. Íker había perdido su flor en el culo y parecía mortal. Y daba la sensación de que tenían razón los que le criticaban, que Mou no fue tan hijoputa y que Diego López era mucho mejor portero que él.
La titularidad, de momento, en el Madrid y el partido del otro día ante Macedonia, yo creo que han abierto una nueva etapa para él. Un jugador que, en la mayoría de países del mundo iría de homenaje en homenaje, tiene que andar por aquí reclamando su sitio con seis buenas paradas en un partido de trámite ante Macedonia. Pues que sea así. Imagino que Íker sabe que aquí en España, no basta con bajar una vez al infierno; en nuestra tierra sólo eres un verdadero héroe si te mueres o si eres capaz de sobrevivir a tres o cuatro caídas de esas de quedarte hecho fosfatina. E Íker lleva ya de esas unas cuantas y, como si fuera el coyote de Correcaminos, sigue en pie, quizás con el pelo algo chamuscado, pero vivo.

MOLT POC HONORABLE

Me está costando arrancar con esta Cabra después de un mes y unos días de vacaciones caprinas. Sobre todo porque han pasado tantas cosas desde aquel último artículo de finales de julio que no sabe uno por dónde empezar. Así que vamos por la vía directa: ¿Por qué en Cataluña nadie abuchea a Jordi Pujol cuando sale de su casa? Desde que estalló el escándalo Pujol he estado pendiente y, salvo tres o cuatro personas aisladas que han gritado algo a Marta Ferrusola, no he visto ni una sola vez en un aprieto callejero al presuntamente Molt Poc Honorable expresident de la Generalitat.
Vaya, no es que esté pidiendo yo que se le haga un escrache, ni, por supuesto, que se someta a ningún tipo de vejación a un anciano, pero habiendo reconocido que ha defraudado al fisco y habiéndose publicado que, presuntamente, se ha llevado a su casa cientos de millones de euros, me choca que no haya nadie que tenga el valor de gritarle ¡¡chorizo!!, o como se diga eso en Catalán. Porque tenemos ejemplos recientes de chillidos e insultos a políticos de diverso signo, o a la Infanta Cristina y a su marido, a los que se les ha pillado presuntamente con el presunto carrito de los presuntos helados. Pero, oigan, al Molt Poc Honorable, ni un solo epíteto para ponerle colorado. Y a mí, eso, me parece un síntoma más de lo enferma que está la sociedad catalana desde hace ya muchos años. Una enfermedad que creo que ha entrado en fase crítica desde que el, de momento, Molt Honorable Mas, abrió la caja de los truenos sin tener ni puta idea de cómo cerrarla.
¿Por qué nadie abuchea a Pujol? Pues porque mientras los líderes de la cosa no señalen claramente a Don Jordi como el “malomuymalo”, nadie va a tener el valor de mostrarse en contra de un símbolo catalán, no vaya a ser que le confundan con un españolista fascista fill de puta. Porque bien se encargan los nacionalismos excluyentes de provocar en sus ciudadanos ese miedo al que ellos llaman “prudencia” o “no me voy a meter en líos”.
Los nacionalismos hegemónicos y totalitarios siempre se basan en el miedo, en buscar la uniformidad y en reclamar al ciudadano demostraciones de adhesión inquebrantable. Y el que no se muestra así, es un traidor; alguien que no merece más que el desprecio de sus conciudadanos. Y a esa tarea de aislar al no afecto se dedican, por supuesto, los medios de comunicación. Los que están bajo el control directo de quien manda y los que viven de la publicidad institucional que saben que, si no hacen su trabajo, pierden el pesebre. También ayudan a señalar con el dedo al felón los que de un modo u otro maman de la gran teta, pero lo más sorprendente es que siempre en estas dictaduras o regímenes excluyentes, aparecen los que, sin ganar nada en ello, son furibundamente pro lo que sea. Son esas personas a las que los sistemas liberticidas les producen gran tranquilidad porque les reducen el número de incertidumbres.
No sé si habrán leído dos textos que, en los últimos días, a mí me han resultado muy significativos. Ambos protagonizados por dos personas catalanas, que aman su lengua y su nación. Uno es un artículo de la escritora Nuria Amat, titulado “Querido Orwell” que habla en El País de la exclusión a todos los que no son partidarios de la deriva independentista en la que ha entrado Cataluña. El otro es una entrevista, menos novedosa, pero también chocante, en la que Albert Boadella, también en El País, recuerda que él tuvo que huir de Cataluña tras el apartheid al que fue sometido por su desafección al Catalanismo de Pujol and friends. Boadella dice que el nacionalismo español no existe y que es absolutamente insignificante frente a otros nacionalismos como el vasco o el catalán.
Y en mitad de todo esto ayer el CIS hacía públicos los resultados de una encuesta en la que preguntaban a los españoles si estarían dispuestos a derramar su sangre defendiendo a España. Según ese estudio ni siquiera dos de cada diez españoles estaríamos dispuestos a ir a la guerra para defender a España de una agresión exterior. Ja.
Me hacen mucha gracia esas encuestas hechas con preguntas que están contestadas casi de antemano. Si tú hubieras preguntado por la pena de muerte al día siguiente del asesinato de Miguel Ángel Blanco, estoy seguro de que más de la mitad de España habría pedido el regreso del garrote vil. Del mismo modo hoy, a un país en paz no le puedes preguntar por algo que vemos lejano e imposible; ¿Una guerra por las calles de Madrid? Ni de broma. En España no hay un nacionalismo porque, gracias a Dios, llevamos mucho tiempo sin sufrir una agresión exterior. Países como Gran Bretaña, Francia, EEUU… Han sufrido invasiones y agresiones en el último siglo. Pero, mientras Europa se preparaba para luchar contra Hitler, nosotros estábamos matándonos unos a otros. Y, cuando dejamos de matarnos, el que ganó nuestra guerra se encargó de eliminar cualquier resto de la otra media España que perdió la contienda. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.
Ahora, una cosa es esto y otra pensar que ese sentimiento de nación no nos saldría si sufriéramos mañana una agresión de fuera. ¿Imaginan a esos simpatiquísimos muchachos del estado Islámico reclamando para sí Al-Andalus y queriendo vestir con burkas a nuestras madres, mujeres e hijas? Pues no sé ustedes, pero yo que soy un tío pacífico y tolerante, si pasara eso, desde luego no me iba a quedar en mi casa esperando a que me pusieran mirando para la Meca.

http://elpais.com/elpais/2014/08/27/opinion/1409164594_027926.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/08/28/actualidad/1409242612_894325.html