DESOBEDIENCIA CIVIL

No sé a ustedes, pero a mí cada vez que oigo a líderes catalanes hablando de “Desobediencia Civil”, me entra una mezcla, entre risa y mala leche, muy desordenada. Verán que he escrito ambas palabras en mayúsculas porque creo que los personajes históricos que entregaron sus vidas por la libertad merecen que su Desobediencia se diferencie, por ejemplo, de la desobediencia que proponía, hace semanas, Oriol Junqueras. El líder de ERC y el presidente Mas, (que anteayer decía que, “de momento”, no va practicar la desobediencia) deberían leerse un interesantísimo ensayo de la profesora Carmen González Marsal. Esta investigadora dedica un artículo a los tres líderes históricos de la Desobediencia Civil; Henry Thoreau, Mahatma Gandhi y Martin Luther King.
Nada pasa porque sí. Cuando Junqueras hace unos días invocaba la desobediencia civil, no lo hace por casualidad. Sin que nos demos cuenta, está introduciendo en el meollo un término que está metido en nuestras mentes como algo glorioso y digno; una lucha de personas heroicas contra la opresión. Es que manda huevos; los tres protagonistas del ensayo son tres líderes ejemplares que desobedecieron leyes injustas. Thoreau luchó contra el esclavismo que hacía que una sexta parte de la sociedad americana fueran esclavos. Gandhi peleó para conseguir que los Británicos devolvieran la independencia a la India y dejaran de oprimir a sus ciudadanos. Y Martin Luther King dio su vida combatiendo por la segregación racial que mantenía a los negros en un nivel social inferior a los blancos en decenas de estados de los EEUU.
¿Contra qué opresión está luchando Junqueras? Porque todo lo que ha pasado en los últimos 35 años en Cataluña se ha votado democráticamente. Desde la Constitución, hasta las últimas europeas. Es más, por si fuera poco, el actual Parlament es consecuencia de unas elecciones anticipadas por Mas, que reclamaba a los catalanes una mayoría suficiente, que no le dieron. Es que se nos olvida, pero, si finalmente Mas convocara elecciones anticipadas, los catalanes habrán tenido 3 elecciones autonómicas en menos de 4 años. Con lo baratitos que salen los procesos electorales. Y, un poco antes de aquellos comicios catalanes, hubo unas elecciones generales en las que los ciudadanos catalanes, andaluces, madrileños… pudieron votar. Y votaron.
Al menos anteayer Mas puso algo de cordura cuando dijo en el Parlament que “de momento” no va a invocar la desobediencia. Pero, claro, ese uso adverbial del “de momento”, mosquea. Porque no lo dan por descartado. Y con esa amenaza velada están ahí esperando a que pase algo que les dé la razón y permita que ellos se disfracen de Thoreau, Gandhi y M.L.King y salgan a la calle a inmolarse por la libertad. En fin. Y yo con todo esto no sé muy bien a qué quedarme. Porque, cada vez que oigo a analistas y políticos diciendo “hay que dialogar” me pregunto: ¿Y de qué vamos a hablar exactamente? Porque, disculpen la comparación, pero es como si entras en tu casa y hay un tío que se te ha hecho fuerte en el salón y te anuncia que se queda todas tus pertenencias. Y cuando tú le dices: “Oiga, es que esto es ilegal”, él te suelta: “negociemos”.
Porque, les guste o no a los equidistantes, lo que tenemos en España es un marco legal y lo que están pretendiendo hacer Mas y parte del Parlament, es pasarse la ley por ahí mismo. Que esto se arregla con diálogo es obvio, pero lo es también que para que podamos sentarnos a hablar también ellos tendrán que destensar la cuerda. Y no parece que estén por la labor, precisamente. Lo malo es que no tengamos en España políticos como Gordon Brown. No sé si escucharon su discurso hace tres semanas. El ex-primer ministro laborista le echó un cable histórico a David Cameron con una alocución en contra de la independencia de Escocia justo un día antes del referéndum. Brown hizo un discurso realmente emocionante en el que habló de lo que les unía y, según parece, fue la puntilla que remató la victoria de los que querían seguir en el Reino Unido.
Y mientras espero a que nos aparezca un Gordon Brown, que me da que no va a aparecer, me voy a ir haciendo cuentas con lo que publicaba ayer El Mundo de los ex-directivos de CajaMadrid. Los pobres gastaron, presuntamente, en 10 años más de 15 millones de euros en comidas, viajes y retiradas de efectivo con unas tarjetas digamos que poco controladas. Y a mí lo que me ha puesto tiesos los pelillos de la nuca no es esto en concreto, sino pensar en la cantidad de cajas de ahorros y en la cantidad de tarjetas con “poco control” en manos de políticos de miles de ayuntamientos y comunidades de toda España. Si algún día a alguien le diera por rascar ahí, la columna de mierda iba a llegar hasta los restos del Sputnik, que todavía siguen por ahí arriba dando vueltas.
http://www.huffingtonpost.es/esther-palomera/se-busca-un-gordon-brown_b_5895804.html