NO ENTENDÉIS NADA

Imagino que no soy el único que ha escuchado esta frase últimamente, viniendo de la boca de un amigo catalán. Hasta los más moderados de mis amigos catalanes que apoyan el “derecho a decidir” muestran una inusitada complacencia con la deriva enloquecida en la que se metió Artur Mas, él solito, hace ya casi cuatro años.
Lo malo no es tener que estar debatiendo sobre este tema cansino cada semana varias veces. Lo realmente molesto es que, cuando a tu interlocutor se le terminan los argumentos, te acaba diciendo con tono condescendiente: “Es que no entendéis nada”. Porque de esa base suelen partir en general los nacionalistas, los integristas religiosos y los progres de salón frente a los que no opinamos exactamente como ellos. Cuando ya no saben qué decir para convencerte, siempre te tratan con una especie de superioridad moral, ética e intelectual que, por decirlo eufemísticamente, me toca profundamente la zona corporal en la que me bailan alegremente las hormonas.
Pero a ver, ¿Qué es exactamente lo que no entendemos? Evidentemente no voy a comparar lo que está sucediendo en Cataluña con los años de violencia terrorista de ETA, pero sí encuentro curiosas similitudes entre la postura que adoptaban entonces los nacionalistas vascos, con la que adoptan hoy los catalanes. Es una postura por un lado lastimera; siempre con referencias a lo que han sufrido ambos pueblos históricamente. Vaya, como si Andalucía o Extremadura, por poner dos ejemplos, durante la Guerra Civil y la Dictadura hubieran estado de felices vacaciones en un balneario. Pero aquí, fíjate, parece que los únicos pueblos que sufrieron horrores durante esas épocas terribles fueron catalanes y vascos. Y ese presunto sufrimiento extra es el que les da patente de corso para, recuperada la democracia, saltarse la ley.
Yo recuerdo discusiones con amigos vascos, hace décadas, cuando les costaba un mundo condenar a ETA y te decían que no compartían la violencia y los atentados, pero que distinguir entre malos y buenos allí no era tan fácil. Y si tú les decías que, en 1990, era facilísimo, te soltaban el “es que no entendéis nada”. Hoy en Cataluña, con todo este desafío de Mas al estado Español, pasa tres cuartos de lo mismo. Hay mecanismos previstos en la Constitución para cambiar esto. Pero, claro, son mecanismos lentos y, además, harían falta unas mayorías con las que ni CiU ni ERC cuentan y, en vez de asumirlo, pues Junqueras y Mas, el Gordo y el Flaco, prefieren ir de héroes de la liberación popular de Cataluña. Y, primero un poco sotto voce y, luego ya abiertamente, convocan a las masas a desobedecer la ley. A usted, President, ya le votaron los catalanes en 2010 y le dijeron que no le daban mayoría suficiente para plantear su reto. Visto lo cual, decide usted convocar de nuevo elecciones en 2012. Y las gana de manera pírrica con menos escaños y, en vez de irse a su casa, decide meter a Cataluña y al resto de España en un berenjenal del que no nos va a sacar ni la Virgen de Montserrat.
Pero ayer, como para celebrar el “éxito memorable de la consulta”, el President Mas tiene los santos testículos de decir en el Parlament que la imagen de una fiscalía actuando contra un presidente por poner urnas, sería dramática para España. Lo dramático para España, Artur, es que un gobierno legítimo incumpla la ley de manera flagrante y gaste millones de euros en una pantomima ridícula. Ese es el drama. Y lo ridículo no es votar. Y nadie dice que sea malo votar. Pero las cosas hay que hacerlas cumpliendo la ley y no pasándosela por el arco escrotal. Claro que, ahora que lo pienso, cada vez que yo, o algún político nacional dice esto, el catalán de turno te suelta lo de “es que no entendéis nada” y volvemos a empezar.
Mientras el Fiscal General decide si actúa o no; mientras Rajoy sigue que ni sube ni baja; y mientras Pedro Sánchez asegura que tiene claro cómo arreglarlo, pero no lo explica, hay gente en España que hace cosas. Les dije la semana pasada que una empresa española y numerosos científicos de nuestro país participaban en la misión Rosetta. Ayer a las 5.03 minutos de la tarde llegó a la sede de la Agencia Europea del Espacio la noticia de que el Lander Philae había “aterrizado” en un cometa. Un hecho absolutamente histórico al que afortunadamente se le está dedicando el espacio que merece en la prensa. Porque me temía que, entre tanta corrupción, políticos averiados, partidos de fútbol y culebrones del famoseo, quedara difuminado este acontecimiento planetario, que habría dicho Leire Pajín. Sólo que esta vez, era de verdad un acontecimiento y, más que planetario, cósmico. Yo, que no suelo hacerme selfies con celebridades, ayer aproveché para hacerme uno con un hombre formado en España, muy listo y que ha tenido una participación notabilísima en la Misión. Se llama Manuel Fernández. No es famoso, ni le vamos a ver jamás en un reality recorriendo una isla calzando un taparrabos, pero con su trabajo de años contribuyó a que ayer pasara algo que, nuestros nietos, estudiarán como uno de los hitos de la conquista del espacio. Este científico me contaba el otro día que le cuesta explicar en el colegio de sus hijos en qué consiste exactamente su trabajo. Que le miran raro. Hoy, tengo la sensación de que el hijo de Manuel, en el colegio, va a fardar como nunca de su padre.