LA FAMILIA

No sé por qué, en determinados entornos, tienen mala fama la Navidad e, incluso, los buenos sentimientos que acompañan a estas fechas; la alegría, la ilusión, el reencuentro y la unión de la familia. Es más, es que hasta la palabra Familia se convirtió durante unos años en algo parecido a un arma política arrojadiza de la parte más conservadora de la Iglesia contra los que no opinan como ellos. Eso por no hablar de la acepción “Cosa Nostra” de la palabra; que si dices que para ti es importante la Familia, muchos te miran como si estuvieras a punto de apiolar a algún paisano, y que parezca un accidente.
Digo esto porque en los últimos días me he hartado de ver artículos, reportajes, bromillas de internet… hablando sobre el “horror” de las celebraciones navideñas. Consejos para sobrevivir al reencuentro con tus hermanos, tus padres, tus hijos, con tus suegros y tus cuñados. Decálogos para superar la pesadumbre de la Navidad.
Pesadumbre. Ayer viví una de las Nochebuenas más especiales de mi vida. Un primo muy querido de mi mujer murió en la mañana víctima de una leucemia fulminante que se lo ha llevado en veinte días. Miguel Cabetas. Un tío alegre, vitalista, bueno, divertido y con una personalidad apabullante. Y un amante profundo de la familia. Se casó justo 14 días antes que mi mujer y yo, tenía 50 años recién cumplidos, como yo, y sus tres hijos edades casi clavadas a los tres míos. Es de estas cabronadas de la vida que te dejan deshecho. Mi hija la pequeña, al enterarse de la noticia increíble, terrible, me miró y me dijo que estas cosas le hacen pensar que Dios no existe. Y es cierto. Hay cosas que no se entienden y no hay que tener 13 años para que te invada la sensación de no ser capaz de asumir palos como este. Y la única manera de intentar que el dolor no te pase por encima es, precisamente, agarrarte como puedas a los que tengas más cerca.
Ayer por la tarde, en el tanatorio, me resultó muy emocionante ver cómo esa familia rota, descosida, demolida se iba uniendo de una manera física para superar lo insuperable. Cómo unos se abrazaban a otros, se tocaban, se miraban, casi sin decir nada. Sabiendo que el apoyo del uno era el otro. Y viceversa.
En ese ambiente de unión bestial, surgió la madre de Miguel para pedirnos, por favor, que después del funeral nos fuéramos a celebrar la Nochebuena. A esa petición se fueron uniendo todos; la mujer y los hijos, los hermanos de Miguel nos exigieron a los que estábamos allí que celebrásemos la fiesta con alegría y que le dedicásemos la noche a él.
Y eso hicimos. Fue una Nochebuena rejodida, la verdad. Pero celebramos en familia y todos los que estábamos anoche en casa de mi suegra con el corazón y el estómago encogidos fuimos capaces de ir guardándonos poco a poco la tristeza e ir sacando un espíritu diferente que se pareció bastante a la alegría. A mí me recordó, salvando las distancias, a otra Nochebuena especial para mí; la que viví en el hospital acompañando a mi padre diez días antes de que muriera. Aquella tarde mi familia sacó también la fuerza de no sé dónde y nos fuimos con los niños a cantar villancicos al abuelo para que sintiera que hasta en una habitación de oncología de un hospital se puede celebrar la alegría del nacimiento de un Niño. Cuando se fueron yo me quedé a dormir con mi padre y pensaba que, dentro del dolor y de la pena por saber que le quedaba muy poco de vida, habíamos conseguido que sintiera que estaba con él su familia.
Mentiría si dijera que tengo un buen recuerdo de aquellos días tristes. Pero también mentiría si no reconociera que fueron días emocionantes en los que hubo cosas alegres que yo hoy recuerdo como bien vividas. No puedo decir lo mismo de lo que sucedió ayer, porque todavía me puede la pena. Pero tengo un sentimiento parecido de que ayer pasó algo que estuvo bien vivido al pensar en la unión total de una familia ante la hecatombe.
Y que esa familia, que en los artículos y reportajes se adivina como un campo de minas antipersona, es lo que marca la diferencia entre poder decir o no hoy Feliz Navidad. Aunque cueste un huevo. Feliz. Navidad.

LO DE SÁLVAME

Qué manía tienen los políticos de controlarnos a los periodistas. Y lo curioso es que ese deseo de control, frecuentemente, lo disfrazan con motivos nobles, para que no se note, por mucho que lo disimulen, que lo que quiere el que manda, es tener cogido por la entrepierna al que cuenta las cosas.
Digo esto por la que se ha liado con el programa Sálvame de Tele5. No soy, precisamente, ni espectador, ni devoto, ni remotamente defensor del despellejamiento sentimental y de la pornografía emocional que se practican en el plató de Jorge Javier Vázquez, pero creo que deben tener la libertad de hacer su programa y, los espectadores, la libertad de escoger si verlo o no. Aunque, en el ejercicio de esa libertad, hagan cosas con las que yo no esté de acuerdo. Me limito a no verles.
Imagino que sabrán que ayer la CNMC (o sea, la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia) advirtió a Tele5 de que los contenidos de este programa eran incompatibles con el horario infantil en el que se emiten. Pues sí que han tardado en darse cuenta, cáspita. Esta resolución, al parecer, responde a diversas denuncias de asociaciones de espectadores y otros organismos y personas que ven a Sálvame como el ejemplo del programa que debería desaparecer de la televisión. Y yo, fíjense, que no discuto que eso pueda ser así; que quizás nuestro mundo fuera mejor si no existieran determinados programas. Yo, realmente, es que discuto la mayor.
Esta CNMC, en su vertiente de controlador de las telecomunicaciones, o el Consell del Audiovisual catalán, surgen, supuestamente, como entes benéficos que van a convertir las televisiones y radios en felices zonas libres de contenidos viles. Y, hombre, en origen, pues no debería parecerme mal que alguien vele por unos mejores contenidos. Y algunas regulaciones responden a normativas europeas, pero el problema es que estamos en un país en el que, por desgracia, es imposible que este tipo de organismos trabajen de manera autónoma. Y ¿qué sucede? Pues que al final se convierten en esbirros de los deseos políticos de los que mandan. Así, por ejemplo, el Consell Audiovisual Catalán, que lógicamente responde al coprológico acrónimo de CAC, ha dirigido sus disparos en diferentes ocasiones contra periodistas de cuerda no nacionalista o contra televisiones y radios que decían cosas que le tocaban las narices a Mas y a los que mandan en Cataluña.
Al margen de esto, así entre nosotros, a mí me parece que quienes deben controlar lo que hace un niño entre las 17 y las 20 horas, son los progenitores del infante. Tantos años de dictadura dejaron en nosotros una necesidad de cuidados por parte del Estado. Nos sentimos más seguros si sabemos que Papá está velando por nosotros, aunque, para ello, acabemos renunciando a libertades individuales que, para mí, deberían ser absolutamente inviolables. ¿Qué es esto de un Consell del Audiovisual? pues un elemento censor en manos de políticos. Porque, poniéndonos prácticos; yo, decenas de veces, he discutido con amigos acerca de lo que debe o no debe ver un niño en la televisión. Si junta usted a cinco parejas de amigos y les pone un mismo contenido estoy seguro de que tendrá cinco opiniones diferentes sobre lo que es adecuado o no para sus respectivos churumbeles. Mi mujer y yo, a menudo, hemos escuchado atónitos a nuestros hijos hablar sobre lo que determinados padres han permitido ver a sus amigos. Películas, series o juegos que a nosotros nos parecen absolutamente inadecuados, los ven o los utilizan los amigos de nuestros hijos. ¿Quién me dice a mí que los que están en esos consejos políticos son personas con la cabeza sobre los hombros cuyos criterios están de acuerdo con los míos? Nadie. Por este motivo es por el que mis hijos, durante la época en la que han sido infantes, han visto en mi casa lo que mi mujer y yo hemos querido y, salvo las lógicas escapadas a la autoridad paterna, a las horas que hemos querido.
No sé en las casas de ustedes, pero en la mía, la tele no se pone jamás hasta la hora comprendida entre las 20 y las 21 horas, de manera que mis hijos no han visto Sálvame de manera habitual. Puede que en alguna ocasión se nos hayan despistado, pero no están expuestos ni a ese ni a ningún otro programa que se emita durante las horas en las que, teóricamente, deben estar haciendo sus deberes o jugando con sus amigos. Y esto, por mucho que nos parezca un coñazo, es nuestra responsabilidad de padres. Y a mí no se me ocurre reclamar al Estado que controle lo que se pone porque, para eso, ya estoy yo. O debería estar. Porque, si dejo que sea el Estado el que vele, le estoy dando una herramienta muy golosa para que esté ahí, como la lucecita de El Pardo, siempre encendida para que nosotros nos sintamos en paz.
No le deseo a ninguno de los que participan en estos consejos que acaben fiambres como el Caudillo de las Españas p.l.G.d.D., pero, si apagaran su lucecita, yo, desde luego, iba a dormir mucho más tranquilo.

PODEMOS DE DERECHAS

¿Debería surgir una fuerza política como Podemos por la derecha? Yo, la verdad, me quedaría mucho más tranquilo si no ocurriese, pero ese era el deseo que manifestaba ayer, en El País, Jorge Urdánoz, un filósofo que dedicaba un interesantísimo artículo a la razón por la que en España hay más corrupción que en otros países. Dice el profesor que no es que los alemanes y nórdicos en general sean menos pícaros que nosotros. No ve Urdánoz motivos genéticos-históricos en nuestro choricismo, sino que opina que los del Norte tienen unas leyes y unas instituciones que hacen más difícil meter la mano en la caja. Y, desde luego, cuando alguien la mete (la mano en la caja, quiero decir) sí que la paga, no como aquí, por mucho que el gran humorista Rajoy diga lo contrario cada vez que tiene ocasión. Me sabe mal contradecir a un filósofo, pero yo creo que en el hecho de que seamos unos choricetes de nacimiento tiene mucho que ver nuestra historia. No es casual que, mientras en España se publicaba el Lazarillo, en Ginebra estuviese Jean Calvin poniendo firmes a todo el que se meneaba. Y luego, como defienden numerosos pensadores, en España la falta de guillotinas, de verdadero paso de la Revolución y los excesos de la unión Iglesia-Estado nos han hecho mucho daño.
La cuestión es que este filósofo considera que el bipartidismo rancio que nos gobierna es parte fundamental de la corrupción y se alegra de la entrada en juego de Podemos. Es más; manifiesta su deseo de que surja algo similar en la derecha. Y la pregunta es ¿Sería eso posible? Hoy, los de Podemos, están poniéndose una piel, cada día más gruesa, de cordero socialdemócrata para tapar ese pelo de lobo bolchevique, marxista-leninista que nos mostró en sus primeros tiempos en la escena. ¿Son capaces de imaginar a un grupo de brillantes jóvenes españoles que aparecieran en las teles de derechas añorando la Dictadura de Franco, lanzando mensajes textuales sacados de discursos de Hitler, promoviendo políticas que se ciscan, directamente, en las libertades que nos dio la Constitución del 78? Yo no es que no lo imagine, es que sería imposible. Al día siguiente de soltar esas soflamas, probablemente, esos muchachos habrían salido de esas televisiones con dos o tres denuncias a la espalda por apología del nazismo. Porque me sorprende lo rápido que están olvidando algunos que Pablo Iglesias y sus colegas lograron una popularidad desbordante soltando mensajes en muchos casos poco compatibles con nuestra democracia y defendiendo sistemas políticos comunistas o filo-comunistas como si fueran la panacea hacia la que se debería dirigir España. Y cuando se critica a Podemos, sus defensores, que son abundantes y no precisamente iletrados, te saltan con que tú eres parte de la Casta y que les criticamos porque tenemos un miedo cerval al cambio.
Y a mí, personalmente, no me da ningún miedo el cambio y nada me gustaría más que ver desaparecer del gobierno a PP y PSOE, pero no para que lleguen unos tipos a los que he escuchado hace muy poco proclamar cosas que están bien en una asamblea de la facul, pero no se pueden decir en el parlamento de la nación. No tengo ningún chiringuito que proteger, pero reconozco que me provocan temor los Mesías que llegan con un discurso encendido en el que mezclan verdades como panes y cosas muy sensatas con soflamas inaceptables en una democracia moderna. Pablo Iglesias se mueve cada vez más con el gesto de los que se sienten elegidos y, por tanto, mejores que la tropa. En sus últimas apariciones se le nota con frecuencia la sonrisilla esa de los que se saben superiores, diciéndole con la mirada al periodista que le toca las narices: “Te vas a enterar tú cuando yo llegue”. Y negándose a contestar, por ejemplo, preguntas directas sobre sus convicciones comunistas. O lo último, y es que se auto-atribuye, indirectamente, la responsabilidad en los sms que circularon la tarde-noche del 13M de 2004. Por muy bien que nos caigan, por muy acertados que sean sus juicios y sus ataques a la Casta, por muy brillantes que sean exponiendo, a mí, al menos, no se me olvidan las burradas que les he oído decir, las defensas de Cuba y Venezuela, las citas de Marx y Lenin y la papeleta de las europeas de Podemos con el careto del Iglesias como logotipo. Y me da la inquietante sensación de que están consiguiendo que muchos olviden la parte siniestra de sus mensajes y se fijen sólo en que Iglesias y sus colegas parecen realmente capaces de quitar de en medio a Rajoy y a los suyos. Recomiendo también la lectura de otro interesantísimo artículo, también de El País, en el que un venezolano, Ibsen Martínez, nos advierte de que, cuando llegó Chávez al gobierno, nadie pensaba que fuera a liar la que lió. El título es “No puede pasar aquí” y quizás deberíamos empezar a aplicárnoslo.
En fin, que se me acaba el espacio y no quería yo dejar de comentar la cachondada esa del portal de transparencia, de las prisas del CPGJ por sacar a concurso la plaza del juez que investiga lo del Gurtel, o de la frase de la diputada del PSOE diciéndole al nuevo ministro Alonso que es un verdugo de mujeres. Pero sobre todo, lo que no quería que se me pasara por alto son las 3 delirantes preguntas que llevó ayer al Parlamento el diputado de CiU Durán i Lleida. Mira que hay problemas jodidos en España y en Cataluña, pues este hombre preguntó por un control antidoping al que se sometió a Messi en el último partido de liga del Barcelona. No es una noticia de www.elmundotoday.com. Es triste y acojonantemente real como la vida misma.
http://elpais.com/elpais/2014/12/09/opinion/1418147771_406990.html

LA PAJA Y EL OJO

Pido perdón desde el comienzo por este titular que a algunos puede parecer bajondino, como decía mi tía Amelia, y a otros cacofónico. Pero llevamos varias semanas en las que asisto atónito (que es otra cacofonía) al espectáculo de nuestros políticos viendo la micropaja en el ojo ajeno sin percatarse de que llevan una de las vigas del Titanic incrustada en el ojo propio. Y me explico.
Empecemos por la corrupción. Es grotesco ver a portavoces del PP golpeándose el pecho cuando hablan de los ERES de Andalucía, y mirar para otro lado, tiroriro-tiroriro, si preguntas por Gurtel o por Bárcenas, al que Rajoy sigue llamando “ese señor”. Y lo mismo sirve para los del PSOE que acusan al PP de ser el partido de la corrupción sin que les dé la risa y ahí tuvimos hace unos días en el Congreso a Sánchez y a Rajoy debatiendo sobre quién es peor. Porque ellos, en esas situaciones, son capaces de contener la risa, como el Presidente del Gobierno, que logra acabar la frase cuando afirma, contundente, tres veces en menos de un mes, que “en España, el que la hace la paga”. Y, hombre, señor Rajoy, que a veces la pagan, pero si ponemos en un platillo de la balanza a los que están en el trullo y en el otro a los que están fuera rascándose la tripa, adivine usted hacia qué lado se vencería la báscula.
Lo que me resulta más sorprendente es ver a los profetas de la limpieza democrática, a los que suponía que iban a venir con la escoba, utilizando también la estrategia de los partidos de la casta. O sea; si me acusan de algo, me indigno y, a partir de ese momento, miro para otro lado a ver si el problema deja de estar ahí. Y eso pasa mucho; gentes que, cuando tienen un problema creen que, al dejar de mirarlo, desaparece. A mí me parece patética la manera en la que están gestionando los de Podemos el asunto de Errejón o el de la novia de Pablo Iglesias, y confío en que el líder mesiánico me perdone el machismo. A ver; que uno de los límpidos jóvenes que van a regenerar nuestra democracia se lleve una beca de la Universidad de Málaga no es escandaloso. Pero, claro, si se cuenta después que el que convoca la beca es colega de Errejón y que le hace una convocatoria en la que faltaba poner una foto suya diciendo: “y tienes que parecerte a este tío”, pues el asunto mosquea. Si se añade que el convocante permite que el becado se salte todas las reglas impuestas y que, además, va a hacer un estudio sobre vivienda en Andalucía, desde Madrid, la cosa empieza a apestar. Y ya no entro en si, con la hiperactividad televisiva y “eventística” de Errejón, pudo dedicarle a la investigación las 40 horas semanales de su contrato, pero parece que muy limpio, muy limpio, no es. Y lo de la novia de Iglesias, pues tres cuartos de lo mismo. Que la empresa de tu hermano se vea favorecida con varios contratos del ayuntamiento en el que trabajas o en el que has trabajado, pues suena raro. Es como lo de la Mato. Quizás la ex ministra no cometió ningún delito, pero hombre, pensar que ella no sabía quién pagaba el cochazo de su marido, o las fiestas de cumpleaños de sus hijos, pues suena raro también. Y lo malo es que los fans de Podemos, cuando les afeas estas conductas, como están extasiados con el líder, te sueltan algo muy gracioso que se está poniendo de moda: “ya estáis con la equidistancia”. Que viene a ser una manera de decir: “hombre, no es lo mismo robar mil que robar un millón”. Y es cierto, aunque lo malo, se pongan como se pongan, es robar.
Pero, como decía al comienzo, lo de la paja o la viga y el ojo no es exclusivo de la corrupción. Yo hacía mucho tiempo que no flipaba tanto como con la frase que soltó el lunes Artur Mas en la que dijo que la legitimidad a veces está por encima de la legalidad. Cooooñoooo. O sea, por poner un ejemplo; con tanta corrupción y tanto despilfarro de dinero público, la indignación de la gente con los políticos que hacen recortes sociales es legítima, ¿No? Pues entonces ¿por qué se molestó tanto el señor Mas con los que fueron a dar por saco al Parlament a boicotear el pleno en el que se debían aprobar unos presupuestos con numerosos recortes sociales? Se supone que el cabreo ciudadano es más que legítimo, pero cuando un juez absuelve a los que cercaron el Parlament, Mas se indigna tremendamente.
La Historia está llena de líderes políticos que han decidido por nosotros lo que está bien y lo que está mal. Lo que es legítimo y lo que no. Sin darse cuenta de que, por mucho que te legitime una encuesta, una manifestación de un millón de personas, o un pseudo-referéndum, en democracia, lo único que te da legitimidad es el voto en unas elecciones o en un referéndum con todas las garantías legales. ¿Estaba legitimado Franco para dar el golpe de Estado del 36 por los millones de españoles que apoyaban un cambio? ¿Estaba legitimado Hitler con una mayoría casi absoluta de votos para pasarse por el escroto las leyes alemanas en 1933? Yo creo que no. Y probablemente Mas piense que Franco y Hitler tampoco, pero ahí lo tienen en 2014 diciendo: la ley me la refanfinfla y otras cosas inquietantes al mirar hacia delante con su viga de disseny en la cuenca orbital de su ojo derecho.
En fin. Menos mal que ustedes me quitan la pereza que me dan los políticos que nos ha tocado sufrir. Quería darles las gracias a todos los que, tras leer la Cabra de la semana pasada, han aportado dinero para que el Doctor Tenorio siga investigando contra la hipertensión pulmonar. Como queda mucho para llegar a los 29.000 euros que se necesitan, pongo aquí el link de la Cabra anterior por si alguien quiere saber cómo se puede ayudar.
http://lacabraenelgaraje.es/2014/11/27/no-podemos-permitirlo/