LOS LLORONES

Si no fuera porque a mi mujer, a mi madre y a mi tía Maravillas no les gusta que diga tacos, diría que los llorones me tocan profundamente los cojones. Como prefiero no hablar malamente y no hacer rimas facilonas, sólo confesaré, parafraseando al gran Fary cuando hablaba del hombre blandengue, que yo “al hombre quejica” lo detesto. Bueno; al hombre y a la mujer llorones, que en esto del pensar que la vida te ha tratado mal no hay diferencias de género.
Me refiero a aquellos que siempre consideran que, cuando les pasan cosas malas, no es porque ellos hayan cometido algún error, sino porque se ha producido una confabulación de los astros o una conspiración de fuerzas oscuras para estropearles la vida. Son una pereza de gente y tienen una tendencia tremenda a ver el lado malo de las cosas, pero, a mí, lo que más me estomaga de ellos es que se lo tomen por lo personal y que conviertan una crítica sana, o, peor, una investigación judicial, en una afrenta motivada por razones ocultas.
Imagino que todos tendrán presente la mamonada que dijo anteayer el presidente del F. C. Barcelona, Josep María Bartomeu. Resulta que le han llamado a declarar como imputado por las supuestas irregularidades en el fichaje de Neymar. El presidente blaugrana, en vez de bajar la cabeza, esperar a la acción de la justicia o yo qué sé, decide disparar al aire con la escopeta de mierdigones y decir que “a ciertos poderes del Estado no les gustó que Neymar viniera al Barcelona”. Es que me descojono. Y el tío lo dice en serio. Porque en el caso del Barça se mezclan dos “quejiquismos”; el de los equipos de fútbol que se sienten perseguidos (el Madrid también se hartó de llorar en la época de Mou) y el de los nacionalismos.
Si hacemos un análisis por barrios, veremos que esto de ver fantasmas no es exclusivo del fútbol. Si un nacionalista recibe una crítica o una investigación judicial (véase el caso Pujol) no es que nos enfrentemos a un presunto chorizo, sino a un ataque a la integridad del país y, en el caso concreto de Cataluña, a una maniobra del Estado Español para hacer daño al “proceso soberanista”. Eso se dijo cuando saltó el escándalo. Luego resultó que no; que el ex-Honorable decide confesar y dice que era una herencia no declarada, un dinero que dejó su padre a su mujer y a sus hijos y que si la abuela fuma. Pero, de arranque, la cosa fue que los cabrones de los medios de la caverna le tenían manía al tito Jordi.
Si uno de izquierdas recibe críticas o se le acusa de pirulear, los que le reprochan son unos fascistas o unos antidemócratas. Que ya se sabe que los demócratas de verdad son los de izquierdas.
Si esas censuras las recibe uno de derechas, el que les reprueba es un antisistema o un desclasado envidioso. Que ya se sabe que los que guardan las esencias del sistema y los que viven bien de verdad son los de derechas…
Y cómo pierden el sentido del humor en cuanto no todo el mundo les hace la ola. Yo, cuando veo a todos estos que van de majos y se vuelven antipáticos cuando se les contraría, me acuerdo del aquel monólogo bestial de Gila en el que hablaba de lo bien que se lo pasaban en su pueblo, que eran muy bromistas. Del padre aquel al que le mataron al hijo porque le dijeron al mozo que los cables de alta tensión que acababan de colocar eran para tender la ropa y, cuando el hijo se achicharró tendiendo sus calzoncillos, el padre dijo: “Me habré quedao sin hijo, pero ¡¡¡lo que nos hemos reído!!!” Aunque lo mejor era lo del boticario al que matan con un cepo para lobos y, cuando la viuda se enfada le dice una vecina: “Mira, si no sabes aguantar bromas, te vas del pueblo”.
Pues eso, como diría Gila; todos estos políticos pesados que creen que la crítica o la denuncia judicial son una conspiración contra ellos, que se vayan del pueblo.
O que aprendan de las personas que han padecido un cáncer, han sobrevivido y han querido contarlo. Hablé hace un año y pico de mi amiga María Zavala, que había abierto el blog http://concanceryestupenda.com. Cada artículo anima a las mujeres que, como ella, han pasado por esa enfermedad, a hacer lo posible por seguir sintiéndose estupendas pese a las operaciones, las quimios, la calvicie y lo que vaya viniendo.
Hoy quiero terminar con otro testimonio emocionante que ayuda a que, los que hemos tenido la suerte de no padecer un cáncer, entendamos a los que viven esa experiencia profundamente perturbadora. Sin sentimentalismos, sin dar pena, sin dramatismos mi amiga Almudena Sánchez Dean apareció ayer en el programa de Mariló Montero para contar su vivencia del cáncer. Son diez minutos de entrevista, pero son, uno tras otro, unos minutos de canto a la esperanza, a la dignidad, a la alegría y a la templanza frente a la enfermedad. Es enorme la capacidad que tienen algunos héroes de coger al toro por los cuernos y mirar hacia delante, pase lo que pase. Dijo Almudena una frase de esas que te hacen pensar: “yo, lo de que que me digan: pobrecita, nunca lo he llevado bien”. O sea; una mujer que tenía motivos de sobra para llorar, para quejarse, para pedir árnica y lo único que reclamaba y sigue reclamando es que se la trate con naturalidad y que nadie la mire con pena.
No sé. Desde luego no le deseo a estos políticos llorones sin motivo que padezcan un cáncer, pero sí estoy seguro de que les vendría bien una vez a la semana darse una vuelta por una planta de oncología de un hospital y no precisamente para hacerse una foto. Que hablasen media hora con personas como Almudena, o como María o como tantas y tantos otros enfermos de cáncer que decidieron mirar de frente al dolor. Y vivir.

Quiero dedicarle esta Cabra a mi sobrina Ángela. Otra heroína.
http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/la-manana/almudena-lucho-contra-cancer-gano/2980471/?media=tve