TENGO PACTOS PARA HOY

Pues no me queda claro. No sé si Albert Rivera es un panoli de derechas o un imbécil de izquierdas. Porque depende de a quién escuches en estos días de zozobra post electoral te quedas con una cosa o con la otra.
Por ejemplo, en Andalucía, Ciudadanos ha cerrado ya un pacto con Susana Díaz para que la líder socialista pueda seguir gobernando mi tierra. Lógicamente, ese acuerdo ha dejado a la líder de Podemos más mosqueada que Belén Esteban en unos ejercicios espirituales de San Ignacio. Tan enfadada estaba Teresa Rodríguez que llegó a anunciar que Susana Díaz iba a ser “embestida”, en vez de “investida”. En qué estaría pensando… Pero, claro, en Andalucía ella no es la única indignada, porque también los del PP consideran que Ciudadanos está cavando su tumba pactando con el PSOE y mostrando una patita rojilla que no les gusta un pelo.
En Madrid los mosqueos cambian de acera. El que ayer estaba que fumaba en pipa era Gabilondo viendo que parece hecho el acuerdo entre PP y el partido de Albert Rivera para que Cifuentes sea la nueva presidenta madrileña. El candidato del PSOE venía a decir que Ciudadanos, con este pacto, demostraba que estaba con la vieja política y que no tenía ninguna intención de cambiar de verdad las cosas. Y yo, mira que respeto a Ángel Gabilondo, pero no estoy de acuerdo.
A mí me parece estupendo lo que está pasando. Me encanta ver al PP jodido. Y me encanta ver al PSOE pasando las de Caín. Estoy convencido de que, a pesar de sus muy diferentes modelos de corrupción, de las maneras de gobernar que han mostrado en los últimos 30 años, de las gestiones de la crisis-no-crisis, estos viejos partidos, con sus viejos políticos y sin mayorías absolutas pueden hacer que cambien las cosas. Pero les toca tragar. Tienen que aceptar que el rodillo se lo deben introducir por el recto y empezar a ceder a otros para poder seguir gobernando. Puede que, aún así, nos salgan rana, pero, a pesar de todo, me fío más de PSOE o PP que de estos profetas de la «nueva» política que, se supone, nos van a enseñar lo que es la Democracia verdadera. Joder. Si me tienen que enseñar lo que es la democracia Pablo Iglesias y sus colegas, la verdad, prefiero quedarme en el limbo de la inconsciencia.
Que pacten. Que se sienten a hablar. Que practiquen con ese sustantivo del que se les llena la boca para exigírselo a los demás, pero les cuesta un mundo aplicarse. El Consenso. Pues practiquen consenso, señores. Acostúmbrense a escuchar lo que dice el de enfrente, que a lo mejor no es tan malo. Dejen de utilizar las instituciones como si fueran ese pesebre en el que sólo pueden meter el hocico los de su cuadra. Dejen de repartir cargos, prebendas y subvenciones a sus colegas y dense cuenta de que hay otras opciones y que, incluso, se puede gobernar sin pensar que estás en tu cortijo y todo lo que abarcan tus ojos es tuyo. Y si, en esos consensos, los de Podemos o sus marcas blancas, acaban gobernando, me alegraré también. Será un modo de comprobar si se cumplen mis peores temores o si terminan siendo, como anuncian, una alternativa de democracia verdadera y pureza virginal.
Lo sé. Con tantos buenos deseos, sueno ingenuo. Pero también pensaba hace unos meses que la crisis se iba a llevar por delante mi empresa y ese optimismo que Dios me dio me hizo no deprimirme del todo. Y seguir insistiendo con eso que los amigos que me quieren llaman tenacidad y, los que no me quieren, pesadez extrema. Y por eso hoy puedo contar a mis amigos cabreros que este próximo sábado día 13 a las 13 horas estreno con Marta Solano un programa que se llama Seguridad Vital en la 1 de TVE. Yo, que no soy muy supersticioso, tengo algunas pequeñas manías. Una de ellas es la de la sal en la mesa, la otra lo del amarillo (jamás he vestido de ese color en un plató) y la otra es una cierta fatiga cuando veo el número 13. Pues ahí vamos; estrenando un 13 a las 13. Como ya no tiene remedio, confío en que la llegada de mi amigo Jesús Hermida al cielo, haga que, desde allá arriba se me proteja y el programa funcione. Y, si no, pues como otras veces, a encajarlo con deportividad y a seguir montado en la bici. Y, si nos toca irnos al hoyo, al menos, que entremos en la fosa con buena cara. Y pedaleando.