LA FUERZA DEL DELIRIO

No sé ustedes, pero yo estoy hasta el mismísimo relleno de la bolsa escrotal del tema de Cataluña. Y perdón por el rebuscamiento, pero no quería ponerme grueso nada más comenzar la Cabra del “retonno” después de más de dos meses de vacaciones. Es que, en tres años escasos de Cabras, es la tercera vez que escribo sobre el resultado de unas elecciones autonómicas catalanas. Y en todas Artur Mas buscaba un resultado definitivo que le diera fuerza para plantear lo que entonces llamaba “el reto soberanista” y ahora ya, sin caretas, la independencia de Catalunya.
Porque hoy la pregunta es ¿Y ahora qué?
Yo creo que daban igual los resultados. Hoy, hubiera pasado lo que hubiera pasado, yo tenía claro que Mas i amics iban a estar exultantes. Dejan sus partidos (hechos una braga, en el caso de CiU) y montan una plataforma que se llama “Junts Pel sí” para conseguir una mayoría absoluta que pusiera el primer escalón de la independencia. Y se han quedado a 6 escaños de la mayoría absoluta. Y no sólo eso; hay un millón novecientos y pico mil catalanes que han votado a los independentistas y dos millones y pico mil que han dado su voto a los que no quieren que Cataluña se vaya de España. El batacazo a mí me parece mayúsculo, después de la que han montado. Pero están contentísimos porque, si los 62 diputados de JPS se suman a los 10 escaños de la CUP (Candidatura d’Unitat Popular), podrían tener esa mayoría absoluta.
Pero claro, ahora hay que salir del delirio de los últimos meses y bajar al terreno. Porque en el “Junts Pel Sí” conviven un tío tan facha como Artur Mas (derecha tradicional-burguesía catalana de toda la vida), con unos izquierdistas vestidos de seda como los de ERC. Pero es que, para tener esa mayoría absoluta, el facha de Mas tendría que pactar con los de la CUP, que son comunistas vestidos de comunistas y que ya anoche decían que, desde hoy, la legalidad española debía ser desobedecida y que pasaban kilos de votar la investidura de Mas.
O sea que se nos viene encima otra temporada de hastío. Yo puedo jurar que tengo un absoluto respeto por aquellos que no sienten como yo y que defienden que la suya es otra bandera y el suyo es otro país. Pero, en estos tiempos del delirio de Mas, se ha ido abriendo una brecha que yo no sé muy bien quién, ni cómo, ni cuándo se va a cerrar. Porque, tras años de una educación sesgada, de unos medios de comunicación cómplices del delirio y de repetir como un mantra mentiras como que “Espanya ens roba”, Artur Mas, Jonqueras, Romeva y otros cuantos han conseguido que la mayoría de los españoles estemos hartos. ¿Cuántos de ustedes escucharon ayer la frase de: “Pues que les den” o “qué coñazo”? Yo unas cuantas veces y en varios foros diferentes.
Ayer estuvimos mi mujer y yo en misa de 8 en nuestra parroquia. El que oficiaba era el Padre Eduardo, un fraile de los Sagrados Corazones que no es muy convencional, pero que siempre dice cosas que te dejan reflexionando. Comenzó la ceremonia pidiéndonos que pensásemos en una persona a la que no queremos bien, a la que no tragamos, de esas que te ponen nervioso y que hiciéramos el esfuerzo, por unos segundos, de intentar aproximarnos mentalmente a ellas. No se lo van a creer, pero yo, que sabía que a esa hora se cerraban los colegios electorales en Cataluña, pensé en Artur Mas. Creo que no soy el único que piensa que este irresponsable, este psicópata de la política, ha fracturado Catalunya y ha conseguido que hoy en España haya cada vez más gente que lo que dice es: “coño, pues que se vayan”.
A mí, siendo sincero, tampoco es que me mate la pena pensar en que Cataluña se independice. Sí es cierto que me da impresión y estoy seguro de que tendría consecuencias malas tanto para ellos como para nosotros. Pero pienso en que tendría que ir a Cataluña como voy hoy a otros países y no se me altera ni un músculo. Sólo me entran ciertas dudas cuando me acuerdo de buenos amigos que se sienten españoles y que, probablemente, pasarían días amargos, pero también opino que lo que está sucediendo es, en parte, culpa suya. Creo que están siendo cobardes y están dejando que parezca que la opinión mayoritaria es la de los que ponen esteladas en sus balcones, mientras no ves ni una bandera española. Están permitiendo que les ganen los que hacen más ruido y tienen en su poder las escuelas y los medios de comunicación mayoritarios. Que no es poco. Pero a esos dos millones que no quieren la independencia no se les ha visto ni se les ha oído en la calle. Se ve y se oye a los líderes de Ciudadanos, PSOE y PP, pero creo que los catalanes que se sienten españoles están metidos en un enorme armario esperando a que venga alguien a solucionarles el marrón. Y, llegados a este punto, les toca a ellos coger el timón. Aunque tampoco estaría mal que Rajoy lo cogiera también otro ratito.
En fin. Qué mezcla de pereza, tristeza y cansancio. Yo espero que no pase nada y que al final esto se arregle, aunque lo veo complicado. Muy complicado. Pero, como hablaba ayer con un amigo, en un planeta tan globalizado, tampoco creo yo que esto fuera a ser el fin del mundo. Yo le decía a mi amigo que, poniéndonos cínicos, para mí habría dos cosas principales que me afectarían si hubiera Independencia; una buena y una mala. La mala es que no habría dos veces al año un Madrid-Barça. La buena es que ya podríamos dejar todos de disimular y sería posible gritar a los cuatro vientos que el cava, comparado con el champán, francamente, es una soberana mierda.