LOS MEJORES

No están ahí los mejores. Desde luego. Quizás no sean los peores, pero creo que, en los últimos años, no han llegado a la política los mejores españoles. Sin duda, de mi generación, creo firmemente que los mejores están en la empresa privada y que hemos permitido que gestione el país un grupo de personas que lo ha conducido a la enorme merdé en la que nadamos hoy. Sacando la cabeza con grandes dificultades para respirar.
Nos ha faltado generosidad. Entrega. Sentido de Estado. Creo que hemos hecho dejación pensando que con meter la papeleta en la urna cada cierto tiempo, habíamos cubierto ya nuestra parte. Eso sí; a la hora de poner a parir a los políticos que están trabajando por España, somos los primeros de la clase. Y, entre esos políticos, hay muchos que han ido ahí para medrar, para forrarse o para tener una profesión porque tenían claro que, en el mercado laboral, no se iban a comer un colín. Pero también hay gente que lo que quiere es hacer algo por su país; personas honradas que tienen vocación de servicio y, algunos, no sólo son bienintencionados sino, también, tíos listos. Pero les ha salido como el culo.
Y no todo es culpa suya. Creo que los pioneros de la Transición dejaron demasiadas puertas abiertas. Lo hicieron muy bien y considero que es una época de la que debemos sentirnos orgullosos. Y fueron capaces de ponerse de acuerdo los que venían del exilio con los que habían estado bajo el amparo del Dictador. Y tuvieron la grandeza de guardar sus odios, a pesar de que todos tenían un tío, un abuelo o un hermano al que, en la Guerra, se lo habían cargado en una cuneta por ir a misa, o por tener en casa libros de García Lorca. Hicieron un paso ejemplar de la dictadura a la democracia y alumbraron una Constitución que, con sus cosas mejorables, nos ha hecho convivir bien durante casi 40 años, pero dejaron muchas cosas sin cerrar. Y por esos huecos, por esas rendijas, en ocasiones del tamaño del Monasterio de El Escorial, se nos ha ido escapando el Estado y, en definitiva, la idea de España. Y así hemos llegado a la situación en la que hoy nos encontramos. Parece que estamos consiguiendo salir de la crisis económica, pero creo que estamos metidos hasta las cachas en otra crisis de la que deberíamos escapar cuanto antes. Y creo que la voluntad de toda la gente con la que hablo es hacer algo. De momento la mayor parte de los votantes con los que he comentado esto en los últimos meses, mira al 20-D con la ilusión de que llegue un cambio. Hay cosas inquietantes, como el crecimiento de unos anti-sistema como los de Podemos, aunque últimamente parezcan más tiernos que el osito de Mimosín, pero, en general, pienso que la gente quiere que lleguen al gobierno personas nuevas que sean capaces de ponerse de acuerdo en cosas importantes. El problema es que a toda esa “gente” a los que se nos llena la boca de críticas, consejos para los demás y cosas clarísimas, no se nos ocurre cómo podemos participar más allá del día de las elecciones y anteayer estuve en una reunión de la que salí con algo más de optimismo.
El periodista y empresario Manuel Campo Vidal, viendo el panorama, decidió hace unos meses buscar la ayuda de esa “gente” y unir a personas con ganas de hacer algo en torno a una asociación con un nombre muy sugerente. Se llama “Sociedad Civil por el Debate” y se trata de un grupo de profesionales de todos los sectores y todas las provincias de España que busca, simplemente, que haya en nuestro país una nueva manera de hacer política en la que predomine el debate, el consenso y la concordia. Manuel nos reunió a unos cuantos periodistas amigos, nos contó su proyecto y nos pidió que diéramos nuestra opinión en torno a asuntos que, según cree, necesitan un consenso urgente. ¿Quién no quiere que los políticos se pongan de acuerdo YA en Educación? ¿Y un acuerdo nacional para mejorar la Justicia? ¿Y la Sanidad? ¿Y la Investigación? A mí me pareció un proyecto apasionante y me gustó ver cómo todos los que estábamos ahí veíamos la necesidad urgente de un cambio y la vocación de hacer algo por nuestro país. Por si les interesa, tienen una web que lo cuenta todo muy clarito www.sociedadcivil.com y en la que es posible entender de qué modo sumarnos para ver si somos capaces de ayudar a arreglar el formidable desaguisado en el que se ha convertido España. De aquí estoy seguro de que podremos salir, pero tenemos que ayudar nosotros y confiar en que empujen, con algo más que el hombro, nuestros hijos.
Me he cansado en los últimos años de escuchar a los políticos decir que tenemos la generación mejor preparada de nuestra historia. Yo no sé si será cierto, lo que sí sé es que de algunas cosas saben mucho más y mejor que nosotros. Y que son jóvenes. Y fuertes. Y que no tienen algunos rencores acumulados que nuestra generación y la de nuestros padres traíamos de serie. Y luego, qué quieren que les diga, me parece una generación con una imaginación al menos igual que la nuestra. Sólo hay que ver esa nueva marea de los “memes”; los cachondeos visuales que se hacen en torno a cualquier noticia, hecho o persona. Yo, intentando recordar algo parecido a un “meme” de nuestra época, lo más cercano que me sale es aquella tontada que hacía la gente en el cartel del Metro que indicaba: “EN BENEFICIO DE TODOS, ENTREN Y SALGAN RÁPIDAMENTE. NO OBSTRUYAN LAS PUERTAS”. Raspando algunas letras y sílabas, la frase acuñada acababa siendo: “El pene de todos, entre y salga rápidamente. No uyan las putas”. Y nos partíamos. Vamos; que algunos hasta hicieron camisetas.
Llámenme ingenuo, pero yo, a pesar de todo, confío.

EN BENEFICIO DE TODOS