PACTA CONMIGO, GILIPOLLAS

No es un buen comienzo. Ni de un artículo, ni de una conversación en la que uno, se supone, quiere convencer a otro de que le dé su apoyo para gobernar el país. Pero esto, más finamente, es lo que se están diciendo unos a otros en España desde hace mucho tiempo. Porque esto parece nuevo, pero no lo es. Todo esto que está pasando en el Congreso de los Diputados y Diputadas LGTB (creo que es el nombre que le van a poner finalmente), viene de unos polvos que empezaron a esparcirse hace muchos años.
La manera de gobernar de todos los que hemos padecido en la Moncloa ha sido penosa siempre que se han encontrado con una mayoría absoluta. Le pasó a Felipe, y a Aznar, y a ZP y le ha sucedido también a Rajoy. Yo creo que el rencor que hay hoy en muchos, nació en la segunda legislatura del PSOE con ZP. Aquel “cordón sanitario” que se estableció en torno a los populares llevó al absurdo de que los socialistas dijeran que el PP era malo malísimo porque era el único partido que no pactaba con ellos. Claro, a ZP se le olvidaba el pequeño detalle de que él pactaba con esos partidos porque le tenían agarrado el escroto con bastante fuerza y los necesitaba para sacar adelante sus leyes. Pero se legisló, durante aquellos cuatro años (y en los 4 anteriores) sin mirar ni un minuto a la bancada de enfrente, que representaba casi a la mitad de los votantes españoles.
Durante los 4 años de legislatura de mayoría absoluta de Rajoy ha sucedido lo mismo, pero en sentido inverso. El PP se ha hartado de producir leyes sin tener en cuenta, prácticamente, ni una de las enmiendas, sugerencias o reclamaciones del PSOE y el resto de partidos, que representaban también a buena parte del electorado del país. El paradigma de aquel absurdo fue la Ley Wert. No sé si recuerdan aquel día. El Ministro y sus colegas sonriendo a pesar de que sabían que aprobaban una ley con una contestación tremenda. Pero no menos triste me pareció que, en la puerta del Congreso, la oposición en bloque se hiciera también una foto, todos riéndose muchísimo, y asegurando que, en cuanto gobernasen iban a derogarla. Como si en vez de el futuro de nuestros hijos hubiesen estado decidiendo el color que van a tener los pasos de cebra en 2020.
Y todo esto nos ha llevado al lodo en el que hoy nos encontramos. Yendo por partes y por su número de votos. Rajoy, que midió mal al hacerle al Rey aquel “pase del desprecio”, sigue sin darse cuenta de que, con él ahí, va a ser muy difícil que se cierre un pacto tan complejo como el de PP, PSOE y Ciudadanos. Él insiste en que es el más votado, pero pierde de vista que es también el que ha perdido millones de votos y no parece percibir que quizás debería hacerse a un lado y aceptar que esos votos del PP son del partido y no suyos.
Eso mismo podría decirse de Pedro Sánchez. El líder socialista tuvo sueños húmedos durante unas semanas pensando que podía acabar en Moncloa, pero no tuvo en cuenta que, para eso, se tiene que sentar con ese señor indecente al que no ha cogido el teléfono en medio de las negociaciones. A Sánchez se le ha llenado la boca diciendo que Rajoy no logró apoyos para su investidura, pero no confiesa que él lo puso realmente complicado para que el líder del PP lo consiguiera.
Pablo Iglesias parece feliz habiendo convertido en muchos momentos el Pleno del Congreso en el salón de actos de su «facul». Me da la sensación de que al líder estudiantil se le empiezan a ver las costuras y que ese lenguaje y ese discurso ligero que funciona bien en las manifas y en las tertulias de la tele, pierde gas cuando lo que se está cocinando es el futuro del país. Además me hace gracia la memoria que tiene para recordarles a otros un pasado lejano como la cal viva y la amnesia que luce cuando alguien le recuerda que hace bien poco pregonaba las bondades de las repúblicas bolivarianas, el leninismo, y la lucha en la calle con dos cojones. Cuando se le dice esto sus fieles, que son legión, te dicen que somos unos pesados, que qué manía con su pasado de hoz y martillo, símbolo que, aunque tiene mejor fama, a mí me pone los pelos tan de punta como la cruz gamada.
El que creo que menos se ha comportado como un panoli, ha sido Albert Rivera, aunque pienso que confió demasiado en esa cuadratura del círculo que proponía Sánchez. Me parece que es un político bastante hecho y sensato, pero debe andar como si pisara alfileres en las próximas semanas para no salir trasquilado de aquí. Puede ser el pegamento para que PP y PSOE se sienten, pero en algunos momentos le he echado en falta la finura que lució su ídolo Adolfo Suárez en los momentos más complejos de la Transición.
Del resto de líderes, la verdad, para qué hablar. Algunos ya se retrataron en los diferentes discursos durante las investiduras y nos dejaron claro que, si alguien gobierna con sus apoyos, vamos a flipar en colorines. Así que espero que a los 4 líderes a los que he aludido les salga la Grandeza por algún sitio. Sé que es complicado y que puede parecer un sueño, pero tienen la obligación de ponerse de acuerdo y, si no lo hacen, podremos ser nosotros, los ciudadanos, los que les digamos, con toda la razón del mundo que son, verdaderamente, unos gilipollas.

13 comentarios en “PACTA CONMIGO, GILIPOLLAS

  1. Hola Carlos, genial y denso comentario, estoy de acuerdo contigo pero dudo mucho que les salga la grandeza por ningún lado. De momento Rajoy sigue en su poltrona y empiezan a sonar cantos de sirena anunciando desacuerdo en que siga sentado hasta presentarse otra vez como única alternativa del PP. Sánchez creo que lo intentó con ilusión con mucho en contra, a Pablo Iglesias ya se le están marchando colegas y hay un pulso por el poder interno, pero él sigue con su «asamblea tertuliana» y Rivera es para mí el único con la cabeza despejada que tendrá que jugar sus cartas para ganar más votos en las siguientes elecciones y así, además de consensuar como hasta ahora, tener más libertad de movimiento. El rey de momento se ha quitado de en medio, y ha hecho bien, que se coman entre leones dentro del Congreso que anuncian su entrada. Y en Congreso de los Diputados se debe quedar, (plural) y dejar de hacer majaderías sus señorías por las mujeres, que a veces llevamos falda y a veces pantalones. Que se acostumbren a tratar con respeto a las mujeres, hombres con poder y sin él, que algunos de los que se hinchan como pavos pidiendo igualdad, me gustaría verlos con sus subordinadas, con sus mujeres, con la estupenda que pasa por su lado o con la horrorosa y desastrosa, a ver como las tratan en privado.
    Un abrazo Carlos.

    • Gracias, María. Ojalá lo de la igualdad se arreglara con estas tontadas, sobre todo lo de ponerles falda a los muñequitos del semáforo me parece la típica cosa de dictadura paternalista tontorrona. Me flipa que lo haga un ayuntamiento moderno. Respecto a los políticos de la Nación, cada vez se ganan más profundamente mi desconfianza. Qué pena. Un abrazo

  2. Querido Carlos comparezco ante ti cargado de culpabilidad por mis anteriores silencios, probablemente originados por mi situación pasada que bien conoces.
    Hasta ahora no te había leido por mi desconocimiento, lo que pago con las horas de disfrute que me he perdido y que espero recuperar tanto como sea posible.
    En cuanto a los pactos estoy muy de acuerdo en todo lo que dices aun cuando creo has sido excesivamente clemente con Rivera que yo estimo
    tan gilipollas como el que más.
    Un abrazo bien fuerte
    Angel

    • Gracias, Ángel. Me alegro de que te hagas cabrero. Espero no decepcionarte, aunque claramente opinemos diferente con respecto, por ejemplo, a Rivera. Un abrazo.

    • Hola Ángel! Acabo de darme cuenta de que eres quien eres!! Como te dije, me alegro mucho de tu cabrerismo y espero que las Cabras te den para reírte, relajarte o cabrearte semanalmente y que comentes cuando quieras. Un abrazo fuerte y, si tienes por ahí a tiro a la Bego, dale un beso de mi parte.

  3. Carlitos, no te quito ni una coma, una vez más de acuerdo en todo.
    Tiene pinta de terminar en que les tengas que llamar Gilis.
    Un abrazo amigo…..

  4. De acuerdo. Nos están hartando ya…
    Que se pongan de acuerdo. No me pareció bien que Pedro Sánchez tratara así al Presidente en funciones, cuando les toó a ellos «El Debate». Para mí un mal educado, porque rajoy no es ningún indecente y todo lo que le dijo. Fue una lástima, perdieron los papeles…

    Lo que no puede seguir España sin un Gobierno en condiciones. Y ojalá, Iglesias no se una al Pedro Sánchez.
    ¡En qué manos caería España, ¡Dios mío!!!,
    Querido Carlos, sigue con tu cabra, que me gustan mucho.

    • Gracias, tía. A ver qué pasa aunque esto tiene cada vez más pinta de que acabamos en elecciones. Y al Iglesias, parece que ya se le empieza a ver la patita. Ojalá se le vea del todo y la gente se dé cuenta del peligro que tiene. Un beso

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