157

No. No es el número de veces que he pensado en las últimas 24 horas en la pobre niña Nadia Nerea a la que dediqué la última Cabra de 2016. 157 tampoco es la cantidad de ocasiones en las que ayer se me erizaron los pelillos de la nuca al escuchar la rueda de prensa del presidente electo de los EEUU, Donald Trump. Ni son las pulsaciones por minuto a las que se me puso el corazón al oír, otra vez más, a un político catalán haciendo ostentación en público de que va a pasarse la ley, y a los jueces, por el arco escrotal en nombre de no sé qué gloriosa cruzada democrática por la Independencia.
Porque esto es así. Ayer la Fiscalía del Supremo anunció que pide 9 años de inhabilitación para el ex-consejero de presidencia de la Generalitat, Francesc Homs, por prevaricación y desobediencia en los días de aquella consulta soberanista del 9-N. Y, lejos de mostrar arrepentimiento, el político sale a los medios a decir que no sólo se la sudó en su día lo que dijeran los jueces. Es que se la sigue sudando hoy. Y se la sudará mañana. Porque él tiene razón. Es lo malo cuando en la política entran la testosterona, el totalitarismo nacionalista y el delirio de la gloria heroica de los mártires por la causa. Sueltas un par de perlas de “defensa de la democracia”, introduces dos o tres elementos de paranoia nacional (“Espanya ens roba” o “no nos dejan votar”), pones cara de Juana de Arco entrando en la hoguera y haces que un tío como Homs deje de ser un irresponsable que se salta la Ley, y pase a ser un épico líder del pueblo oprimido. Vaya; un Braveheart del Penedés con la cara pintada, no de azul, sino con las bandas de la senyera.
Esto podría tener gracia si no fuera porque ellos van en serio y porque los que hacen esto acaban siempre en el totalitarismo. Quien se pasa la ley por la entrepierna da un mensaje siniestro a sus ciudadanos, que pueden acabar pensando: “¿Si ellos lo hacen por qué no lo voy a hacer yo?”
Lo malo es que en el éxtasis nacionalista, aquellos que ganaron las elecciones de manera exigua y tuvieron que hacer un pacto contra natura entre comunistas y capitalistas, dan la sensación de que TODO el pueblo catalán está con ellos y que se saltan la Ley siguiendo el mandato inmaculado de la unánime voluntad popular. Y viendo estas cosas, por ejemplo y salvando las distancias, me acuerdo de los nazis que, como los independentistas catalanes hasta ahora, nunca tuvieron mayoría absoluta en unas elecciones limpias. Una vez en el poder pervirtieron la ley abusando de la democracia e impusieron a los demás su ideario y su delirio. Porque, hombre, es cierto que, de momento, los independentistas no han planificado que se gasee a los que no opinan como ellos, pero en Cataluña hay unos partidos que están intentando pervertir la ley desde un parlamento democrático y allí ya hay hoy algo parecido a un arrinconamiento del que no piensa comme-il-faut. Yo he estado recientemente en Cataluña tres veces. ¿Saben cuántas banderas españolas he visto en los balcones de la gente? Ninguna. Ahora, esteladas y senyeras había miles. Pareciera, al ver eso, que el dato de que más de la mitad de los catalanes no quieren la independencia fuera falso. Porque, si uno ve los balcones, tiene la impresión de que el 80-90 por cien de los catalanes quieren la independencia. Y no ves a nadie manifestar públicamente su amor a España. Y eso es un síntoma de enfermedad. ¿Alguien cree de verdad que el que se siente español es hoy un hombre libre en Cataluña? Yo creo que no. Y cada vez que uno que se siente español en Cataluña ve a un político independentista pasarse la ley por la entrepierna, debe sentir que su derrota definitiva está más cerca y que sufrirá el desprecio entre sus vecinos. ¿Quién tiene pelotas hoy de colgar una bandera de España en un balcón de cualquier ciudad o pueblo catalán?
Mientras, podemos seguir todos mirando para otro lado como si allí no pasara nada. Pero pasa y creo que parte de la culpa la tienen esos millones de catalanes que quieren seguir en España. Pero claro, no se le puede pedir a nadie la inmolación social. Porque los del pensamiento único generan miedo y, el que no va con la corriente aparentemente mayoritaria, sabe que, si se manifiesta en público, está jodido.
Pero vaya. Que me he liado y me he desviado del inicio de esta Cabra. 157 es el número de palabras consecutivas, sin un solo punto, que he encontrado en un escrito que le ha dirigido Hacienda a un amigo mío. Lo copio aquí abajo. Es el delirante texto en el que le contestan a una reclamación. Si alguno de ustedes es capaz de entender lo que pone, le ruego que me lo diga para explicárselo a mi pobre amigo porque está que no le llega la camisa al cuerpo pensando en que pueda entender mal y equivocarse y que le caiga una multa o un recargo por cometer un error. Yo, mientras tanto, le voy a escribir a Montoro para ofrecerme como profesor de redacción para sus funcionarios. Al margen de lo ininteligible, hay en el texto, al menos, dos fallos de concordancia de número y de género. Esos errores gramaticales y ese estilo farragoso ¿Son casuales? Porque uno puede ponerse ingenuo y pensar que sí. O ponerse suspicaz y empezar a sospechar que lo hacen aposta para que nadie entienda un pimiento.

10 comentarios en “157

  1. Sin duda, si no cumplen ellos las leyes, ¿por que coño vamos a cumplirla nosotros?, a mi hay muchas que no me gustan y tengo claro que si me las paso por el arco del triunfo me va a caer el pelo. ¿A ellos no?, no entendería la razón.

    Personalmente creo que los nacionalistas son basura, como gallego puedo entender la identidad y ciertas cosas, pero como economista… hay que ser muy zopenco.

    • Gracias, Rafa. Ahí está; que a ellos no se les debe caer el pelo porque tienen razón y porque hablan en nombre del pueblo catalán que les ha pedido esto. Es un discurso falso y parte de una base errónea porque «El pueblo catalán» una y otra vez les ha dicho un NO como la basílica de Montserrat de gordo. A Mas se lo dijeron hasta por tres veces en menos de 4 años. Y ahora también parece que se lo dicen a Puigdemont y sus secuaces. Yo mandaba al trullo a tres o cuatro de estos que pasan de la Ley, pero ya. Y verías cómo se les quitarían las tonterías. Un abrazo.

  2. Hola Carlos, Hacienda puede dejar de poner puntos y comas, también los políticos y los nacionalistas, como lo haga un ciudadano raso, nos metemos en un lío. He ahí la diferencia del poder, una coma o un punto te puede dar o quitar la razón, pero la realidad es que cuando recojo de mi buzón de correos una carta de hacienda, el ayuntamiento,….. tiemblo, lo que hace la mente. Supongo que algo similar le ocurre a la gente que vive en Cataluña o País Vasco a la hora de colgar una bandera de España o simplemente significarse en una
    tertulia. Una pena a estas alturas, que parece que la democracia española sólo está para utilizarla contra España y si no esto es una dictadura centralizada, ideas y excusas para salirse con la suya no les faltan.
    Un abrazo Carlos.

    • Gracias, María. Lo terrible es que luego tú vas y, siempre que no saques el tema de la independencia, se convive fenomenal. Pero a mí todas estas cosas me parecen síntomas de una sociedad enferma. Era como cuando en el País vasco no se podía hablar del «conflicto», que llamaban ellos. Y hasta los más moderados o los anti nacionalistas se auto censuraban para no tener problemas. En Cataluña hoy con esto de las esteradas pasa igual. Si no pones la senyera o la estelada en tu balcón eres un tío sospechoso. Y lo sospechoso es que no se vea ni una bandera española. Eso sí que es propio de dictaduras. Un abrazo.

    • Jaja. Gracias, Mc. Te juro que es real y así de ininteligible. Estoy por consultar a un abogado para que me diga si esos fallos gramaticales y sintácticos pueden ser constitutivos de delitos de lesa hispanidad… 😉 Un abrazo

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