PERDÓN

Imagino, Ione, que habrás llamado ya a Salmán Bin Abdulaziz para que nos pida perdón. A él (que, por si no lo sabes, es el Rey de Arabia Saudí) y a todos los demás monarcas y presidentes de regímenes SÚ-PER-DE-MO-CRÁ-TI-COS que gobiernan en todos los países que ocupan hoy lo que, en su día, fue el Califato Omeya.

¡Ah, no! ¡Disculpen! Que, como todo el mundo, sabe, los musulmanes son los buenos y ellos vinieron a la península ibérica a repartir golosinas de miel y almendra y a convivir en paz y armonía con todo aquel que profesase la fe cristiana. Porque, para todo esto, los de Podemos mantienen esa división pueril de la Historia entre buenos y malos. ¿Los cristianos en general y católicos en particular? Malos. ¿Los musulmanes en general y los Omeyas en particular? Unos profetas de la concordia. Durante la Guerra Civil española; ¿Cualquiera bajo el gobierno de la República? Bueno. Aunque fuera un hijoputa con piernas, bueno. ¿Cualquiera que no besara por donde pisaba la bandera tricolor? Malo. Aunque fuera un Santo Varón, malo. Y así podemos seguir con infinidad de cosas.

Hay que tener memoria para recordar la Guerra Civil española y la Dictadura, pero, por supuesto, las víctimas de ETA tienen que olvidar y perdonar y aceptar que, para las/los de Podemos/as, Otegui sea un referente de tolerancia y bonhomía. Lo que viene siendo un hombre de Paz. Hay que tener memoria para recordar a las víctimas de la invasión de España de Latinoamérica, pero, por supuesto, ni Italia (S.P.Q.R.), ni Francia, ni el mundo musulmán, nos tienen que pedir disculpas por sus respectivas invasiones. Porque podríamos reclamar una refundación de la ONU en la que todos los países del mundo nos pidiéramos perdón unos a otros por las diferentes afrentas que nos hemos hecho en los últimos ¿20 siglos? ¿25 siglos?

Pero habría que poner un límite, Ione, porque me veo yendo a cada yacimiento paleolítico a poner una placa en la que los descendientes de los Cromagnones y Neandertales pedimos sinceras disculpas al Homo antecessor y a sus coleguis de Atapuerca por haberles robado las cuevas. Aunque, claro, ahora que lo pienso, seguro que también ahí los dividís en buenos y malos. Y a lo mejor resulta que los Cromagnones, con eso de ser franceses e ilustrados, eran mucho más demócratas que los de Atapuerca que, al estar en Castilla-León, seguro que eran unos fascistas, que por allí casi siempre ha ganado el PP. De hecho; en Burgos, un caballero, y, en Atapuerca, una dama, gobiernan dos fascistas del PP. Una pena.

Es que puede que suene a coña, pero después de la tontada del Presidente Mexicano de exigir al Rey y al Papa que pidan perdón por la Conquista de América, ha salido rauda esta portavoza de Podemos y Podemas a darle la razón a López Obrador. Que no entiendo yo esa manía de revisar la Historia siempre escorándose hacia un lado. Yo puedo comprender que cada historiador arrime el ascua a su sardina y que, para entender cada período de la Historia, uno deba leer lo que dicen los de un lado. Pero es imprescindible que entendamos lo que dicen los del otro. Y así poder hacerse un juicio con una mínima ponderación.

Y eso no solo ocurre con el pasado. Los que actualmente escribimos la Historia que se estudiará en el futuro somos, en primer lugar, los periodistas y, en segundo lugar, los ensayistas que se dedican a analizar lo que nos pasa. E imagino que, si cualquiera quiere hoy saber qué sucede, debe ser consciente de que no puede leer un solo periódico, escuchar una sola radio, ver una sola tele o seguir en redes sociales solo a los de un lado. Porque, si hacemos eso, nuestro conocimiento estará cojo. ¿Importa esa cojera a los políticos que hoy nos asolan? Yo creo que les importa exactamente unos cinco camiones de pepinos murcianos. Porque lo de la lectura tergiversada, por desgracia, no es exclusivo de Podemas aunque, francamente, hoy, quien esté cubierta de gloria sea Ione.

Ayer, mientras pensaba en todas estas tontadas y en el perdón, no sé por qué, me acordé de una vez que tuve yo que pedir disculpas a unos manifestantes. Era 1988. Había entre la Plaza de Colón y la de Alonso Martínez una manifestación de CCOO y UGT protestando contra la Reconversión Industrial. En aquellos tiempos, en Antena 3 tuvieron la idea cachonda de crear dos unidades móviles de color especial; una Negra con el gran Manolo Marlasca padre (q.e.p.d.), y otra Rosa fucsia con el magnífico cronista Pedro Arnuero. En general, la gente flipaba con esas móviles que aparecían en sucesos truculentos y en eventos sociales.

Aquel día de la manifa sindical, llegamos, con las prisas habituales, Julio Menayo y yo al garaje a recoger nuestra móvil y observamos, con estupor, que el único coche disponible era la Unidad Móvil Rosa. Julio y yo nos miramos y dijimos: “¡¡Palante!!” y nos fuimos a cubrir una manifestación sindical con una móvil más rosa que las camisas de Krispin Klander. Se podrán imaginar el choteo. Lo malo no fueron los comentarios sobre nuestra masculinidad y el tipo de juegos sexuales que los manifestantes sugerían que hacíamos Julio y yo ahí dentro (por los que hoy habrían acabado en el trullo unos cuantos). Lo malo fue cuando le pedí a uno de los líderes que viniera a la móvil para hacerle una entrevista. Con una cara de muy pocos amigos me dijo que le parecía una falta de respeto que, con lo mal que lo estaban pasando, acudiéramos allí con una móvil rosa, como si fuéramos a reírnos de ellos. Así que bajé la cabeza, le pedí disculpas, nos retiramos discretamente, e hicimos nuestra conexión en directo sin protagonista teniendo la sensación de que, efectivamente, a veces, para tener que pedir perdón no es necesario que tus híper-ultra-bis-tatarabuelos hayan invadido ningún país. Basta con algo tan sencillo, y tan cercano, como que tomes alguna decisión sin tener en cuenta que le puedes estar pisando un callo al de enfrente.