LAS EXPLICACIONES

No hay nada peor para un político que tener que explicarse. La mayoría de los que se dedican a la cosa pública tienen una cierta gracia para hablar; una oratoria que les lleva a convencer al que les escucha, por lo bien que lo dicen todo sin mirar al papel. No es imprescindible para gobernar (ahí está el increíble caso de Mariano Rajoy), pero ayuda.
No sé si a ustedes les pasa, pero yo, que seré hombre de poco criterio, en las pelis de juicios, oigo al abogado defensor y es que me convence muchísimo. Pero es que luego escucho al fiscal y, oigan, me embelesa totalmente con su labia. Quizás es que yo soy tirando a simple, o es que te ganan por la oratoria. Con los políticos pasa igual. Recuerdo a Zapatero, cuando ponía esos ojillos de Boyscout en trance para decirnos cualquier tontada. Pero ZP lo decía tan bien y estaba tan iluminado por su baraka, que nos dejaba a todos convencidísimos de que, si no apoyábamos, por ejemplo, la Alianza de las Civilizaciones, éramos unos insensibles.
Me estoy yendo de la línea. Lo que quiero decir es que los políticos resultan muy convincentes soltando discursos más o menos vagos sobre materias que dominan o acerca de asuntos sobre los que se han preparado mucho, pero les cuesta un mundo ser igual de convincentes cuando se les pone en un aprieto. Y un aprieto, para un político, es tener que dar explicaciones. Y ya no les cuento si las explicaciones tienen que darlas delante de un periodista que no les va a hacer la típica cuestión a la que él conteste “me gusta que haga esa pregunta”.
Digo esto porque en los últimos días hemos visto a varios políticos intentando salir del apuro como alguien que camina con zapatos de tacón por una pista de hielo. O sea mal.
Rajoy tenía motivos para no querer hablar ante la prensa el sábado pasado. No quería ver ni en pintura a los periodistas, no fuera a ser que le preguntaran algo incómodo. Y se entienden sus temores porque en Alemania, que estaba hiperprotegido por la Merkel y debía llevar la lección más que aprendida, metió la pata. Y ya se ha dicho que no quería decir lo que dijo, pero la cuestión es que, hablando de los supuestos papeles de Bárcenas, deslizó un “no es cierto, salvo alguna cosa, que es lo que han publicado los medios de comunicación”, que es una gallegada de padre y muy señor mío. Por eso a todos los políticos se les llena la boca de respeto a los medios cuando están en la oposición, pero, cuando llegan al poder, les cuesta una burrada hablar en campo abierto con la prensa. Y lo que hacen es conceder entrevistas con cuestionario pactado, ruedas de prensa sin preguntas o, directamente, absurdeces como la del sábado, con Rajoy en la sede del PP hablando en un monitor y los periodistas en otra sala , por supuesto, sin derecho a preguntar.
Claro que a veces es peor que den explicaciones, sin que nadie se las pida. Sobre todo cuando piensan que somos bobos. El lunes pasado la Ministra de Trabajo, Fátima Báñez, daba las terroríficas cifras de paro registrado en enero en el INEM. Siendo consciente de que los números son horrorosos, la ministra, desde mi punto de vista, cometió el evitable desliz de dar explicaciones. Y dijo: “Son datos mejores que los anteriores, porque cada vez es menor el porcentaje de aumento del número de parados”… Hombre, es que sólo faltaba. Cada vez queda menos gente trabajando y más gente en el INEM; si el crecimiento de los inscritos en el INEM no fuera bajando porcentualmente, ya sería para decir apaga y vámonos. Pero, un político, antes muerto que reconociendo que los datos que va a dar son una castaña de aúpa.
Me recuerda a lo de las audiencias de los programas de radio cuando sale el EGM. No hay jamás una radio que reconozca que pierde oyentes, ni hay un solo programa que se pegue una galleta desoladora. Cuando en las radios cuentan sus datos de audiencia, hablan de programas que crecen con respecto al EGM anterior, que suben, pero en comparación con el mismo período del año anterior, que multiplican su audiencia, que ganan a sus competidores, que mejoran en esta u otra franja… Y luego está lo chungo, en la parte baja; esos programas de los que, lo mires como lo mires, no puedes decir nada positivo. Pues esos programas que escuchan la madre del locutor y su cónyuge “se consolidan”.
Bien mirado, con la racha que llevan nuestros dos partidos principales y sus respectivos líderes, si trasladamos ese modo de leer las audiencias de la radio a la manera de interpretar las encuestas de la política nacional, los datos del último barómetro del CIS son muy inquietantes para los grandes. Parece que UPyD e Izquierda Unida suben como la espuma, ganan a sus competidores y mejoran sus expectativas. Sin embargo hay dos señores con barba, que empiezan por R, que da la sensación de que “se consolidan” y en sus partidos están empezando a pedirles explicaciones. Y si yo fuera ellos tendría los glúteos duros como piedras de la tensión.