LO DE ÍKER

Debo decir ante todo que no soy amigo íntimo de Íker Casillas. No me debe nada, ni yo le debo nada a él. Tenemos la relación cordial de dos personas que hemos coincidido muchas veces en diferentes situaciones, pero nada más. Lo digo para que quede claro, aunque asumo que Mourinhistas, Anti-Íker, defensores de Diego López y Ultras varios, como en otras ocasiones, me van a llamar desde mojabragas (que sigo sin saber qué significa), hasta fracasado, pasando por antimadridista.
Digo todo esto porque lo único que me une a este grandísimo deportista es, principalmente, la admiración por su anormalidad en los terrenos de juego y por su normalidad fuera de ellos. No lo digo yo; lo dicen las estadísticas. No ha habido en la historia del fútbol mundial ningún portero que haya conseguido el brutal palmarés del guardameta del Real Madrid y, de momento, de la Selección Española. 3 Champions, 5 ligas, 2 copas del Rey, 1 mundial, 2 eurocopas e infinidad de títulos individuales y colectivos como juvenil, sub 21 y profesional. Y en casi todos ellos con una participación decisiva para obtener la victoria final. Pero Íker, que es un hombre afortunado, en los últimos dos años ha pasado un calvario. Un suplicio que comenzó el día en el que decidió no seguir la estela macarra del que, durante 3 temporadas, fue el líder del Madrid; José Mourinho. El clímax de esa fase negativa fue el día en el que Mou dejó en el banquillo al portero, sencillamente, porque no rendía pleitesía al dictador. Porque Mou, al menos en los años en los que estuvo en el Madrid, tuvo el típico comportamiento de los líderes totalitarios y, como ellos, estuvo dispuesto a inmolar a quien hiciera falta para conseguir sus objetivos.
Estos hombres tiránicos, como los militares malos o los jugadores mediocres de ajedrez, sacrifican peones y soldados para lograr sus fines y, si no los consiguen, atribuyen sus fracasos a conspiraciones; a oscuras conjuras de los que quieren socavar su poder. Como en las dictaduras de izquierda y derecha, la maquinaria propagandista se pone en marcha para machacar sin prueba alguna al disidente. Y son implacables; no paran hasta conseguirlo. Y, en esa estrategia aniquiladora, siempre hay voluntarios, peones esforzados dispuestos a morir y matar por el líder mesiánico y si el caudillo les pide dos ellos dan tres. Y si el líder dice que Íker es malo ellos dicen que es pésimo; si beige, blanco. Y eso ha sido el mourinhismo. Gente que ni conocía al Mesías, personas que no ganaban ni perdían dinero en el asunto, hablaban de él con embeleso, repitiendo los mantra de la estrategia fascisto-comunista de Mou: “es el mejor”, “ha acabado con la hegemonía del Barça”, “el Madrid ya es un equipo competitivo”.
Pues igual hizo un equipo competitivo, pero a mí, sus logros en el Bernabéu, me parecen una mierda. Una copa del rey, una liga gastando más que nadie, con más poder que ninguno de los entrenadores que el Madrid ha tenido y provocando un terremoto interno entre el madridismo que todavía hoy tiene réplicas. Y sobre todo destruyendo a jugadores. La lista es larguísima, pero para mí el epítome es lo de Íker. Cuando Mou quita a Íker de la portería no había habido ningún motivo deportivo que obligara a su sustitución. Todo se basaba en esas pequeñas insinuaciones, rumores, maledicencias que va soltando el Mesías para que vayan calando. He retado muchas veces a mourinhistas a que me dijeran un único partido de aquellas fechas que el Madrid hubiera perdido por culpa de Íker. Porque fueron decenas los que Mou ganó gracias a Íker. El problema de Íker no fue su inseguridad por alto ni que se entrenara supuestamente a medio gas. El problema de Íker fue que en varias ocasiones se enfrentó al líder y Mou, como los malos de las pelis malas acabó teniendo un pensamiento maligno mientras le destellaba una lucecita en la córnea y dijo: “a este me lo follo”. Y desde entonces no paró hasta conseguirlo. Hoy Íker empieza a salir de la peor crisis de confianza que se le ha conocido. Pero es que es lo normal. ¿Quién en un puesto tan crítico sería capaz de sobrellevar las andanadas que ha sufrido Íker en los últimos 2 años? Te quito, te pongo, ahora te lesionas y cuando te recuperas te quita el puesto tu suplente. Porque aquí no hablamos de cualquier portero. Coño. Es que es el mejor portero de la Historia del fútbol mundial. Es el tipo de jugador que, cuando vuelve de una lesión, tiene que jugar sí o sí. Como Ronaldo. ¿O alguien se sorprende de que Ronaldo vuelva a ser titular tras una lesión por mucho que su sustituto se salga del cuadro? A Íker se le negó ese trato. Y no sólo eso. Cuando se va Mou, Ancelotti decide la marcianada de alternar portero. Y va Íker y con su legendaria flor rectal gana las dos competiciones en las que participa. Por supuesto, según sus enemigos, sin aportar nada y con una cagada en la final de la Champions que daba la razón a los que cada vez que Íker falla dicen: “¿lo ves?” Pero el final del calvario de Íker lo marcó el Mundial. No creo que ninguna derrota de España fuera culpa exclusiva de Casillas, pero aquellos partidos acabaron por rematar su descenso al infierno. Íker había perdido su flor en el culo y parecía mortal. Y daba la sensación de que tenían razón los que le criticaban, que Mou no fue tan hijoputa y que Diego López era mucho mejor portero que él.
La titularidad, de momento, en el Madrid y el partido del otro día ante Macedonia, yo creo que han abierto una nueva etapa para él. Un jugador que, en la mayoría de países del mundo iría de homenaje en homenaje, tiene que andar por aquí reclamando su sitio con seis buenas paradas en un partido de trámite ante Macedonia. Pues que sea así. Imagino que Íker sabe que aquí en España, no basta con bajar una vez al infierno; en nuestra tierra sólo eres un verdadero héroe si te mueres o si eres capaz de sobrevivir a tres o cuatro caídas de esas de quedarte hecho fosfatina. E Íker lleva ya de esas unas cuantas y, como si fuera el coyote de Correcaminos, sigue en pie, quizás con el pelo algo chamuscado, pero vivo.