RESPONSABLES IRRESPONSABLES

Uno de los libros que más risa me produjeron en mi juventud fue la “Antología del disparate” que recogió el profesor Luis Díez Jiménez. En ese libro un alumno le atribuía a Jesucristo un reconocimiento de responsabilidad traduciendo el “Pienso, luego existo” de Descartes. Se le preguntaba el significado de la frase “Cogito ergo sum” y el muchacho aseguraba que fue lo que dijo Jesús cuando fueron a prenderle los romanos; “Me habéis cogido, Yo soy”. Esa aceptación de la responsabilidad, aunque fuera equivocando a Descartes con Jesucristo, no es en absoluto corriente en la vida que nos ha tocado vivir. Aquí nadie tiene nunca culpa de nada y, para que alguien reconozca que ha fallado, tienen que ponerle ante las narices setenta evidencias. Y, en ocasiones, ni así.
Lo digo porque, en estos días está habiendo numerosos espectáculos del “pío, pío que yo no he sido”. O “he sido, pero yo no sabía que eso estaba mal”. O “yo no me he equivocado, es que tenemos un gran adversario, que es el Estado Español”, que igual les suena. Porque es lo que dijo Mas en el Parlament Catalán cuando había quedado claro que ya ve la pared del fondo del brutal callejón sin salida en el que ha metido a Cataluña. Pero el Honorable no está solo. Ayer me resultó impresionante ver cómo la Ministra Mato escurría el bulto con gran salero en el Congreso, como si bailara el hula-hoop, afirmando que ella y su equipo hicieron las cosas bien. O escuchar a muchos de los que malgastaron con las tarjetas de Caja Madrid decir que a ellos les garantizaron que se podía hacer. En este punto, quizás tengan algo de razón los consejeros porque, según parece, el Secretario General de la Caja les aseguró, a los que preguntaron, que aquello era legal, que formaba parte de su salario y que podían gastar en lo que quisieran hasta llegar a su límite. Suena raro de cojones, pero podría ser. La cuestión es que, algunos, han devuelto la pasta con mala conciencia, pero la mayoría están ahí agazapados, a ver si pasa la tempestad y, con otro caso de esos de corrupción-a-lo-bestia-typical-spanish, se nos olvida lo de sus tarjetas negras.
No sé si es algún gen ibérico, pero ahí lo tenemos. Aquí nos cuesta un mundo reconocer un error. Por eso decía Jordi Évole que, para un político español Dimitir es un nombre ruso. Para mí el paradigma en esta semana es lo del Ébola. Y no sólo por la sucesión de defecaciones que mantuvo a Teresa Romero diez días con fiebre y fuera de control, sino también por cómo reaccionaron los políticos tras el contagio. La muestra de crueldad del consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid acusando a la auxiliar de enfermería de mentir es sintomática. Siempre el responsable que no quiere comerse el marrón sale indignado a culpar a otros de su error, aunque el otro sea una trabajadora que está en la cama de un hospital en una lucha a muerte con un virus que se llama Ébola. Ahora han cambiado las tornas y hace gracia escuchar a Mato, al tal Javier Rodríguez y a cualquier político del PP, hablar de que lo importante es la salud de Teresa. Y no se les cae de la boca. Y espero que Teresa, cuando salga del hospital, que ojalá sea pronto, sepa manejar lo que se le viene encima. Porque, por cómo se van moviendo todos estos expertos en aprovechamiento, se adivina lo que va suceder. Teresa, tú eres una heroína. Y eso es indudable. El problema es que muchos van a querer que seas SU heroína y no van a tener ningún pudor en utilizar tu nombre y tu valor en su provecho. Acepta ser la heroína, pero tápate. Porque esos que hoy dicen “Todos somos Teresa”, los que invocan tu nombre para golpear al gobierno y los propios del ejecutivo que usan tu nombre para dar sensación de que ahora están contigo, te van a utilizar. Espero que tengas la templanza para identificarlos y la frialdad suficiente para decirles: “No gracias”, si te ofrecen unirte a ellos. Porque a esos mismos que hoy te adulan, pasado mañana, al más mínimo renuncio, se les acabarán los clavos para crucificarte. Los conozco y, en cuanto vean que ya no les sirves, te van a dejar tirada en una cuneta. Así que cúrate y, después, cuídate de todos esos que se te van a acercar con los cantos de cien mil sirenas.
Y, hombre, ya que hablamos de responsabilidades y de cunetas. Quizás hayan sabido de una capea que organizaron el pasado sábado unos chicos de la marca de ropa Mr Happiness en una finca a 60 kilómetros de Madrid. Allí estaba mi hija con un grupo de amigos y, a las 4.45 de la mañana, nos llamó para decirnos que les habían dejado tirados, congelados de frío y sin ningún responsable de la organización que se hiciera cargo de aquello. Cuando llegué a las 6 de la mañana a recoger a mi hija, el espectáculo era tremendo. Decenas de chicos empapados y ateridos, caminando a oscuras por una carretera comarcal buscando alguien que les ayudase. La Guardia Civil estaba desbordada y haciendo lo posible por atender a los muchachos y evitar algún atropello mortal. Al día siguiente, buscando información sobre la fiesta, encontré un comunicado de los de Mr Happiness, diciendo que ellos realmente no eran los culpables, que había sido la empresa de autobuses y aquello de “pío, pío…” En fin, al menos creo que hay unos cuantos cientos de muchachos que van a pedirles responsabilidades. Y a estos de Mr Happiness no sé cómo les irá vendiendo camisetas, pero por su habilidad intentando escurrir el bulto, desde luego les auguro un brillantísimo futuro en la política.