EL DESCAFEINAMIENTO

Tiene gracia lo de Podemos. No sé ustedes, pero yo me he tomado la molestia de ir leyéndome los “programas” de Pablo Iglesias and friends desde que empezaron a hacer ruido hasta hoy. Primero flipé en colorines con sus diatribas bolcheviques, sus discursos anticasta en los que casi sugerían la presencia de guillotinas en las plazas de España. Luego leí su “pseudoprograma” para las elecciones europeas en las que el logo del partido era el careto del Iglesias, como en las fábricas de pueblo cuyo dueño tiene problemas de egolatría. Y, oigan, ahí ya descafeinaban un poco el mensaje, aunque soltaban ataques muy inquietantes a las libertades y a la propiedad privada. Y aún más han sosegado sus reivindicaciones en el último programa que he leído en su página web. Aún así, a mí estos muchachos me siguen dando miedo.
Pablo y sus colegas, al menos los que más ruido hacen por la tele, tienen todos los tics de los tele-predicadores americanos y de los líderes populistas que tantos disgustos le han dado a la humanidad. Son personas muy inteligentes, con una labia tremenda y con gran capacidad de construir un discurso encendido con dos o tres ideas claras. Además son hábiles y, en un entorno de corrupción y aparente derrumbamiento del “sistema”, ellos se muestran como la límpida solución que acabará con todas las injusticias. Y cientos de miles de personas se lo están tragando. Como se tragaron los rusos a Lenin y a Stalin, como se tragaron los alemanes a Hitler, como nos tragamos nosotros a Franco y al Glorioso Movimiento Nacional o como, más recientemente, se tragaron los venezolanos a Chávez y a Maduro. Personajes que, en épocas de crisis profunda, ilusionaron a sus paisanos con imágenes sólidas y críticas furibundas y cargadas de razón a los enemigos políticos que estaban asfixiando al pueblo.
Los de Podemos están utilizando la crisis económica y la corrupción como su “mantra” para convencer al electorado de que la única solución son ellos. Lo están bordando y los partidos tradicionales, lejos de poder enfrentarse a ellos, lo que hacen a diario es darles munición para que los masacren a placer. Porque, ciertamente, lo de los partidos-casta es de traca. No sólo porque da pena ver a los segundos espadas debatir con los de Podemos en los programas de televisión, en los que Iglesias, Errejón o Monedero se los meriendan relamiéndose, sino porque cada día con sus acciones o inacciones frente a los corruptos dan correa a los buenos de la película.
Y eso que la prensa no afín está haciendo lo posible por sacar trapos sucios de los Podemistas. A Iglesias le recuerdan constantemente sus discursos pro Castro, pro Chávez o supuestamente pro Eta. A Monedero le sacan textos de profundo amor a Chávez y sus políticas. Y a Errejón, que cada vez más me parece que se acaba de quitar la capa y viene del rodaje de “El Hobbit”, ahora le dicen que estaba cobrando en Málaga por una beca sin haber trabajado las horas que se le exigían por contrato. Lo que ocurre es que estas pequeñas cosillas, a la gente que está dispuesta a apoyar a Podemos, le importan un huevo. O dos. Si comparamos lo que les están sacando a estos muchachos con las paletadas de restos fecales del resto de los partidos, van a conseguir el efecto contrario y es que Pablo and company sigan de pie, en lo alto de la montaña de detritus, diciendo que ellos son los bienhechores y los que nos van a salvar.
Con estos de Podemos no se puede luchar en su terreno. Y el fango, con la de truños que están cayendo, es su terreno. Y los debates televisados son su territorio. Y en los discursos en pabellones llenos de convencidos, están en la gloria. Las únicas veces que he visto algo incómodo al gran líder de Podemos ha sido cuando le han preguntado periodistas sagaces en entrevistas reposadas. Y, cuando le han hecho cuestiones sensibles y se ha escapado por las ramas, le han vuelto a llevar al suelo. Y ahí es donde se nota que el discurso pierde agua. Y que el tele-predicador súper convincente lo es menos cuando tiene que explicar con claridad lo del control a los medios de comunicación, o lo de la deuda, o lo del sueldo para todos, o lo de los ataques a la propiedad privada.
Yo creo que PP y PSOE tendrían que tomarse más en serio a estos jóvenes y empezar a hacer cosas. Pero claro, a Rajoy se le da fenomenal lo de ponerse de perfil y esperar a que otro le pare al toro. Se ha visto en estos días con la denuncia del Fiscal General sobre la Consulta de Mas. Torres-Dulce, teniendo esa falta de concordancia en el apellido, ha resultado ser mucho más coherente que el presidente del Gobierno y, aún sabiendo que se va a comer un marrón cósmico, ha dado el paso que no se atrevió a dar el político; la denuncia contra Mas y otros dos miembros de su gobierno.
Mientras, Rajoy está como con los de Podemos; que no sabe si ponerse el esmoquin o quitarse la corbata. Que por cierto, ya que el otro día Pablo Iglesias se quejaba de que no le entrevistan en TVE, podría el presidente del Gobierno dar un paso al frente y proponer un debate cara a cara con el líder de Podemos en el prime-time de TVE1. Hombre, por soñar que no quede, pero le regalo la idea al nuevo director de informativos. Seguro que ese día no bajaban de un 70 por ciento de audiencia.