LOLOLOROLO

Sé que un bloguero de pro hoy debería dedicar su artículo a hablar de los atentados de París. Han pasado ya seis días y este tiempo debería haber servido para poner algo de reposo y que todos viéramos las cosas más claras. Pero la sensación que tengo es que, a medida que nos alejamos de la noche de aquel horror, se nos va pasando el estupor inmediato que provoca el terrorismo y empiezan a salirnos los sarpullidos tan ibéricos que nos distinguen.
He leído en estos días artículos sesudísimos de analistas de ambos bandos. Aquellos que aseguran que estamos en una Guerra religiosa y los que dicen que es otra cosa; un conflicto territorial y económico con la religión de coartada. Y unos y otros escriben el artículo, o sueltan su proclama con ese tonillo como de “es que no sabéis de lo que estáis hablando”. Pero ellos sí. Claro. Este es un conflicto que arranca desde antes de que se escribiera la primera Biblia, pero hay unos listos que ven clarísimas las cosas y que lo arreglarían todo en un periquete. Si les dejaran.
En estos días posteriores al espanto he oído hablar del trío de las Azores, de Al Qaeda, de Arabia Saudí, de la creación del Estado de Israel y del reparto de Oriente Próximo entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. He oído a españoles lamentar que nosotros no fuéramos capaces el 11M de salir a la calle cantando nuestro himno nacional como hicieron los franceses desde minutos después del drama en los pasillos del Stade de France. Y he escuchado a muchos quejarse de la pequeñez de nuestros políticos en aquel horrible marzo de 2004 frente a la grandeza de los políticos franceses; todos como una piña en torno a Hollande. Que parecía el tonto del Gordo y el Flaco y en estos días está derivando en líder mundial. Y cuando se hacen referencias a aquellos días posteriores al 11M, se le ve a todo el mundo a kilómetros el pelo de la dehesa. Si el que habla es de un partido de izquierdas, lo que te dice es que el PP engañó al pueblo para tapar el hecho obvio de que los atentados fueron consecuencia de nuestra entrada en la Guerra de Irak. Si quien te habla es más de derechas te hace ver la vergüenza de que el PSOE y otros partidos de izquierda aprovecharan la tragedia para rodear las sedes del PP en jornada de reflexión, culpar al gobierno mentiroso del drama y torcer el resultado electoral a su favor.
Y yo, qué quieren que les diga, me quedo en medio. A mí me pareció lamentable el uso que hicieron los partidos de la oposición de aquellas horas de dolor. Pero me pareció mucho peor la sensación que dio el gobierno de que estaban deseando que hubiera sido ETA la autora del atentado. Y te dicen que les engañaron desde la policía. Y puede ser; pero, coño, se les notó a la legua cómo se relamían pensando en los 220 escaños que iban a obtener con un atentado etarra de ese calibre. Y nos cabreó. Yo recuerdo como uno de los momentos más tristes de mi vida la manifestación posterior a los atentados. La sensación absoluta de desunión bajo la lluvia. Unos pocos gritaban contra ETA, unos cuantos más contra el gobierno o contra los partidos de oposición, otros pedían Paz y algunos, como mi familia y yo, guardábamos silencio con una mezcla muy curiosa de dolor, espanto, decepción y vergüenza. Pensaba en aquellos momentos en la anterior gran manifestación a la que asistí; la posterior al asesinato de Miguel Ángel Blanco. Allí sí que estábamos todos unidos. Los de izquierdas, los de derechas y los mediopensionistas; todos gritando al unísono o callándonos a la vez. Jamás he oído un minuto de respeto tan sobrecogedor como aquel. Oías cómo se iba acercando el silencio desde las calles adyacentes y cómo el lugar en el que yo estaba, la plaza de Cibeles, se quedó tan callado que yo, por vez primera en mi vida, escuché el chorro del agua cayendo sobre la fuente. Y me pregunto qué pasaría si hoy volviera a suceder, Dios no lo quiera, lo del 11M. Creo que nadie cantaría al unísono el Lololorolo, porque yo lo del himno y el absurdo de que no seamos capaces de ponerle una letra ya lo doy por perdido. Pero sí creo que habría una mayor unión frente al espanto. Aunque luego te vas dando cuenta de que sigue habiendo algunos que te dicen que la culpa de todo es nuestra y que lo que hay que hacer es sentarse a hablar con esos alegres muchachotes del Estado Islámico que, seguro, estarían dispuestos a un diálogo reposado. Yo, para empezar, creo que debemos dejar de llamarles Estado Islámico. Me pasa como con lo de ETA, que cada vez que oía que hacíamos referencia a ellos como comando, me parecía que les hacíamos el juego y dábamos una consideración de ejército a aquellos gudaris de mierda. Para continuar dejaría de dar tanto bombo a las burradas que hacen y no volvería a dar publicidad a esos vídeos espantosos con víctimas vestidas de naranja. Creo que les damos demasiada bola. Y yo el primero que llevo 889 palabras dedicadas a esos hijos de puta. Así que, mejor, les voy a proponer una cosa constructiva.
Como saben yo soy colaborador de la Fundación Contra la Hipertensión Pulmonar. Acaban de abrir una campaña de recaudación de fondos en la que un niño de 5 años que se llama Gabriel (que no es un modelo, sino un afectado por la HAP) pide ayuda para investigar una enfermedad que es mortal y que, a día de hoy, no tiene cura. Se puede hacer dando un donativo en su cuenta corriente, o enviando un SMS con la palabra RESPIRA al 28014. Son gente seria y esta pequeña ayuda puede hacer que, en unos años, los pulmones de niños como Gabriel dejen de responder NO cuando sus amigos les pregunten si quieren ir con ellos a jugar. A todos los que encontréis un rato para ayudar: GRACIAS.
FOTO FCHP