ONANISTAS MENTALES

O, directamente, pajilleros. Pero me parecía mal poner este palabro en el titular de una Cabra. No sé si soy el único al que le sucede, pero, cada año más, tengo la sensación de que estamos yendo hacia atrás. Ayer lo dijo con la serenidad, la sensatez y la inteligencia que muestra siempre mi paisano Antonio Banderas: “Me da la sensación de que en 1985 ó 1986 llevaba Franco más tiempo muerto que ahora”.  No se puede decir más claramente. Y luego dedicó un minuto a reflexionar sobre algo tan básico para la convivencia como el perdón. Que ignoro dónde nos lo hemos dejado.

La foto que abre esta Cabra es para mí el paradigma de todo esto. En el año 2019 unos jóvenes madrileños escriben en un muro cercano a mi casa semejante frase: “Blas Piñar Presente”. ¿Pasa esto porque sí? ¿O ha habido alguien que ha resucitado viejos odios y le ha quitado unos puntos a la cicatriz de la transición? Conste que no digo que, quien quiera enterrar a los suyos, no pueda hacerlo (mi mujer no sabe dónde está enterrado su abuelo), pero opino que la Ley de Memoria Histórica es un texto bien intencionado, que ha resultado penoso para la convivencia. Porque no es una Ley de Malos y Malos. Es una Ley en la que los buenos son unos y, los malos, otros. Y ahí, desde mi punto de vista, nace el onanismo mental en el que hoy nos encontramos.

Esa confusión que conduce a los de un bando a pensar que la República fue un feliz período de democracia en España. De respeto al diferente. De paz social. Y claro que se hicieron muchas cosas buenas en educación, igualdad, cultura… Pero es innegable que hubo un descontrol tremendo que desembocó en una Guerra Civil cruenta, larga y, visto lo visto hoy, sin acabar de cerrar.

Esa confusión conduce a los del otro bando a pensar que Franco no fue un dictador muy duro. La tontada de la dictablanda se la podrían contar a los cientos de miles de exiliados, a los miles de represaliados con la cárcel o con las condenas a muerte, a los millones de españoles que pensaban de un modo distinto y que tuvieron que vivir en una España que apestaba a naftalina, a incienso cardenalicio y a fascismo paternalista.

No sé dónde comenzó a gestarse nuestra guerra civil. Desde luego no en 1936. Quizás en la dictadura de Primo de Rivera, quizás en la salida atropellada del Rey tras el 14 de abril del 31. Quizás en la cantidad de burradas que se hicieron durante los últimos años de la República. Quizás con el intento de Golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Y sí. Digo intento de Golpe de Estado porque lo que pasó aquel día es que un grupo de militares se levantaron en armas contra su gobierno, pero, desde luego, y como es obvio, no triunfaron. Que eso es un Golpe de Estado; una acción militar violenta, rápida y concreta en la que los golpistas se apoderan de los resortes del gobierno de un Estado. Y eso no pasó en 1936.

En 1936 había millones de españoles que deseaban que hubiera un cambio. Y cuando Franco y los suyos se levantaron, no lo hicieron solos. Escuchando hoy a la izquierda, da la sensación de que aquella guerra la hicieron los militares contra la población civil, que apoyaba a la República. Y eso es tan falso y tan ridículo como decir que no hubo otros millones de españoles que detestaban lo que estaban haciendo los nacionales y pelearon con energía para defender a la República. Fue, desgraciadamente, un enfrentamiento civil dirigido por militares. Y no digo que no hubiera, en ambos bandos, gente no convencida que iba al frente por obligación. Lo que afirmo es que aquel conflicto bélico no fue un Golpe de Estado. Fue una tristísima guerra civil. Por mucho que hoy haya decenas o cientos de escritores, pensadores, historiadores o políticos que pretendan convencernos de lo contrario.

¿Se habría convertido España, como dicen los del bando nacional, en una dictadura bolchevique si no hubiera ganado Franco? No lo sé. ¿Habría sido esto diferente si Franco hubiera hecho volver al Rey y hubiera instaurado una Monarquía Parlamentaria como la que tenemos hoy? Vamos; es que hasta me da la risa de pensar en Franco llamando al Rey. Lo que es innegable es que, para millones de españoles, la victoria de Franco fue una liberación. Y no solo porque terminara la guerra. Hubo millones de civiles que celebraron que ganara ese bando. Igual que hubo millones que lo lamentaron. Lo que nadie puede pretender vendernos hoy es que en 1939 Franco comenzó una dictadura militar aplastando a todos los españoles. Porque media España, si no más, estaba feliz con su victoria. Igual que, al final de su autocracia, España casi entera estaba deseando que se muriera para que pasara algo nuevo.

Y ese algo nuevo fue un Rey, criticadísimo hoy, que se inventó una nueva España. Que apostó por la reconciliación, por la concordia. Por que pudieran hablar Suárez y Carrillo o Fraga y La Pasionaria. Por que tuviéramos un país que mirara hacia delante y por construir una Constitución de todos que nos ha traído hasta aquí. Pero quizás lo más significativo para mí de aquel período es ese PERDÓN del que hablaba ayer Banderas. Y no voy a ponerme meapilas y pedir que aprovechemos la Cuaresma para practicar la principal aportación de Cristo a nuestra Historia; el Perdón. Pero igual no nos venía mal a todos sentarnos, mirarnos y hablar sin tener especiales ganas de convencer al de enfrente.

16 comentarios en “ONANISTAS MENTALES

  1. Viví, muy de niño, la guerra civil (para mí, LA GUERRA). Tenía 8 años cuando terminó. Me he interesado en su génesis, su desarrollo y su historia; y creo muy bueno tu resumen. Para mí, la Ley se Memoria Histórica es, por partidista, un engendro.
    Por casualidad oí el otro día al hijo de Suárez glosar la actitud de su padre tras una visita de Carrillo a la Moncloa. Le enseñó un retrato de su abuelo, con un tiro en la sien, ejecutado en las tapias de La Almudena por orden de Carrillo y le dijo que, para que España fuera adelante, él tenía que PERDONAR eso. Me reconcilió con la memoria de Adolfo Suárez, aunque sigo pensando que la Transición se hubiera hecho mejor sin residuos franquistas. Y que tanto Zapatero como Sánchez podrían meter su irracional odio en algún rincón escondido de sus mentes.

    • Gracias, Alejandro. El problema es que ese engendro ha reabierto heridas de una manera absurda porque, los que las están reabriendo no son los hijos de aquellos represaliados de uno y otro bando, sino los nietos o bisnietos que, cuando murió Franco no eran ni siquiera espermatozoides. Lo de Zapatero casi se lo disculpo porque creo que, en el fondo, esa es una Ley bienintencionada. Pero está llena de artículos que abren melones dolorosos tanto para los de un bando como para los del otro. El otro día me contaba un amigo el cabreo que tenían en su famlia porque, con esa Ley en la mano, están convirtiendo en héroes a tíos que fueron unos auténticos cabrones. Un abrazo.

  2. Felicidades Carlos. De tu reflexión me cuestiono el papel que le das al rey en la transición. Igual si tuvo un papel principal, pero tiendo a pensar que fueron más los políticos de aquel momento los que supieron hacer la transición y que el papel del rey fue más un inteligente dejar hacer.
    En cuanto a tu tesis principal, no creo que la Guerra Civil remueva odios y rencores viejos. Creo que se utiliza como un instrumento para atizar al otro y hacerle daño. Es decir que el instrumento el viejo, pero el odio y el rencor es nuevo.

    • Gracias Gonzalo. Indudablemente que los políticos que le rodearon fueron indispensables. Pero creo también que el Rey tenía todo el poder para haber hecho cualquier otra cosa, probablemente mucho más cómoda, y perpetuar a las familias del Franquismo. Y arriesgó. Y creo que lo hizo él. Y apostó por Suárez, en el que se cagaban los nostálgicos del régimen y los que estaban llegando. Y condujo al país a una Constitución que le quita todo poder ejecutivo y le convertía en la figura casi ornamental que hoy es el monarca. Creo que un Rey con algo más de poder institcuional quizás podría haber hecho algo más con toda la movida catalana de los collons. Respecto a los odios, puede que sean nuevos los que los portan, pero creo que esos odios y esos rencores son los de las dos Españas eternas.

  3. «El mejor perdón es comprender que no hay nada que perdonar»

    Yo creo más en la generosidad y en la humildad, valores en franca decadencia en este mundo de consumismo, individualismo y postureo instagramer. Humildad para entender las razones del otro y generosidad para ofrecer las tuyas, por si las quieren, pero sin imponer. Las ganas de convencer no son malas. Lo malo en no aceptar el no conseguir convencer. La falta de respeto y de empatía, de creer en la libertad individual y respetarla, en suma.

    Recuerdo a mi abuela que vivió la guerra y hasta se llevó un tiro que paró en su virgencita de madera maciza con la que huía del frente de Moncloa corriendo con sus 3 hijos en la otra mano. Para ella esos rojos que disparaban eran los mismos que violaban monjas y quemaban iglesias y poco menos que tenían rabo, cuernos y tridente. Lo peor. La recuerdo temblar, literalmente, cuando Carrillo bajó de aquel avión con la peluca, porque yo era pequeño y nunca la había visto así. Pero también recuerdo cuando, 15 años más tarde, a Carrillo le hicieron la cama en el PCE y tuvo que abandonar su escaño en el congreso, despidiéndose de la política y la vida pública cabizbajo como un apestado. Y mi abuela, con los ojos húmedos y sacudiendo resignadamente la cabeza, diciendo: «me da pena que le hagan esto y que se tenga que ir porque vale mucho, es un buen hombre». A eso sí que le llamo yo hacer «la transición española», la que hizo mi abuela y tanta otra gente. Pero para eso hay que ser valiente e inteligente, humilde y generoso. Estaban hechos de otra pasta, supongo que por haber vivido todo aquello.

      • Gracias, Andrés. No sé si te refieres al artículo o al comentario de Josesain, pero gracias en cualquier caso por leer y comentar.

    • Gracias, Josesain. ¡Qué mujer sabia tu abuela! Yo también recuerdo cosas parecidas a las que cuentas del fin de la dictadura y la llegada de la democracia y la legalización del PCE… Como los miedos en el 82, cuando llegaron los socialistas. Parecidos a los miedos posteriores cuando llegaron los del Doberman. Y al final te das cuenta de que todos se parecen un huevo entre ellos y acaban haciendo las políticas que se pueden hacer (casi al 80% marcadas por la UE). Y, mientras, algunos de los suyos robando a manos llenas yéndose de rositas. Y colocando a los colegas. Y dan contratos a los amiguetes. Y gastando el dinero público como si no fuera de nadie, soplapollez proclamada por nuestra actual vicepresidenta del gobierno. Y luego se sorprenden de que se les vayan los votantes… Y sí. Ojalá volviéramos a contagiarnos de aquel espíritu de la Transición española, que mola mucho más que la gripe española. Y ojalá lleguemos a comprender que no hay nada que perdonar. Creo que va a costar. Pero ojalá nos pase. Un abrazo.

  4. Esta vez contesto a Josesaín. Me parece una reflexión brillante y para tener muy en cuenta. A veces coincido con tus pensamientos, esta vez enmarco lo que has dicho.

    Carlos, GRACIAS POR TU ESCRITO.

    Un abrazo.

  5. Yo, cada vez que sale este tema, de lo único que me acuerdo es de la explicación que en casa siempre nos dieron de esa época. Aquello fue una barbaridad entre hermanos, amigos, conocidos..etc.
    Recuerdo que nos contaban cómo habían matado a algunos familiares, casi matado a otros, detenida varias veces a la tía Amelia por el grave delito de cantar en las procesiones………….para a los pocos días o semanas, esconder, con grave riesgo para toda la familia, a muchos (de los rojos o republicanos) de los que salían huyendo dirección a Almería porque ya habían entrado los «nacionales» en Málaga. Y claro, esos amigos, vecinos, conocidos, no tenían ninguna culpa, al igual que no la tenían los familiares a los que habían matado o dejado tullidos unos días antes, pero allí no preguntaban, solo los socorrían.
    Si esta versión la contaran los políticos, TODOS, e hicieran algo de pedagogía nos iría a todos mucho mejor. Muy elocuente lo de la abuela de Josesain.
    Besos

    • Gracias, minmano. A mí de todo esto lo que más me flipa es eso. La cantidad de gente que sufrió en sus propias carnes las distintas represiones (la de un bando y la del otro), que padeció una guerra espantosa, que se tuvo que ir de España o que se quedó aquí tragándose el miedo y las ganas de mandar a la mierda al Dictador. Si todos estos, los de un lado y los del otro, fueron capaces de sentarse, hablar y perdonarse. ¿Qué hemos hecho mal para que sus nietos y bisnietos estemos como estamos? Besos.

  6. Carlos, como casi siempre coincido contigo. Pero en esta ocasión disiento en la mayor. No me parece que la Ley de Memoria Histórica sea bien intencionada. Me parece que es un palito metido en un antiguo poso que muchos de los que ya podían votar ni siquiera conocían bien. Y que como en muchas cosas, se adjudican el papel de buenos cuando no encierra un gramo de buena voluntad ni de bien hacer.
    Si tuviéramos algún político con la mentalidad y la generosidad de la abuela de Josejain otro gallo nos cantaría. Pero actualmente no hay nadie con altura que se presente a intentar dirigir este país sin enfrentarnos
    Yo también leí el episodio que Adolfo Suárez Jr. refería de su padre. Encargaba a un militar de alta responsabilidad que entretuviera a Carrillo porque en aquel momento no podía entrevistarse con él por motivos de agenda. Creo que fueron dos horas las que lo hizo y al final y después de haberse ido Carrillo cuando le enseñó la foto de su abuelo con el tiro en la sien. Y añadía que creía que en aquel momento era lo que creía que tenía que hacer por su país
    Cada vez hay más odio en el terrreno político y me temo que es porque no saben utilizar otro tipo de argumentos más inteligentes
    No quiero ser pesimista, pero no veo que esto nos lleve a ninguna parte

    • Gracias, Cuca. Es estupendo que no coincidas conmigo al 100%. De eso se trata. Respecto a la Ley, cuando digo que es bienintencionada, lo digo porque creo que, de verdad, buscaba en parte darle alivio a esas personas que no saben dónde están sus muertos y quieren poder honrarlos. Y no me parece mal que se les permita e, incluos, que se les ayude a encontrarlos. El problema es cuando eso se convierte en una búsqueda de buenos y malos. Que los hubo. Pero mi análisis (no he hecho una tesis doctoral, pero he leído mucho sobre nuestra guerra y sobre el previo) es que hubo buenos y malos en ambos bandos. Y que el número de salvajadas fue análogo. Y que lo mejor que podemos hacer con esos años es lo que hicimos en el 75. 76, 77 y 78. Mirarnos, sentarnos a hablar e intentar perdonarnos. O, como decía Josesain, darnos cuenta de que, ni siquiera, tenemos nada que perdonar. Es complicado aceptarlo (para todos), pero es la mejor manera de seguir adelante. Y hay que ser optimistas, hombre! Un beso.

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