LA ALEGRÍA ANTE EL ESPANTO

Lo que les cuesta a los pesimistas entendernos y respetarnos a los que somos optimistas. Todavía estoy quitándome la pesadumbre que me entró ayer cuando mi hija Paula me llamó: “¡Papá! ¡Que han encontrado un cadáver!” Paula y yo nos fuimos el lunes a ayudar en las batidas por el monte con Rocío, una amiga de la infancia de mi hija, que, desde hace unos meses, está trabajando en mi empresa.

BLANCA EN LA ÚLTIMA ENTREVISTA QUE LE HICE PARA «SEGURIDAD VITAL»

Yo no era amigo íntimo de Blanca. Hace ya muchos años conocí a su hermano Paco en un torneo de golf. Nos caímos bien y comenzamos una amistad intermitente con muchos viajes muy divertidos y coincidiendo en campeonatos por media España. En uno de esos torneos conocí a Blanca y, desde entonces, mantuvimos una relación en la que, casi siempre que la veía, era con una bolsa de palos al hombro y, como todos los Fernández Ochoa, con una sonrisa resplandeciente. La muerte de Paco me acercó algo más a una familia que, desde luego, es especial.

CON MERCEDES MILÁ, ADRIANA GÓMEZ Y PACO FDEZ. OCHOA TRAS UN TORNEO DE GOLF

Cuando el pasado fin de semana saltó la noticia inquietante de la desaparición de Blanca, le pregunté a una de las hijas de Paco si necesitaban ayuda y me dijo que estaban organizando batidas con voluntarios y que agradecerían tremendamente el apoyo de cuantos pudieran subir a participar en esa búsqueda de una aguja ínfima en 25 pajares inmensos.

Y allá que nos fuimos el lunes. Cuando llegamos, lo que nos encontramos fue totalmente opuesto a un funeral. Allí estaban los Fernández Ochoa como una piña. Los hermanos y sus parejas, los hijos y decenas de amigos que decidieron echar un cable para una tarea que no iba a ser fácil. Como siempre todos con una sonrisa de oreja a oreja. Optimistas. Y convencidos de que Blanca estaba ahí y de que la iban a encontrar viva.

Ya he contado en otras Cabras que a la gente le cuesta entender a los que intentamos sonreír ante el dolor. No es que seamos gilipollas. Es que creemos que la alegría, el optimismo, la esperanza y el pensamiento positivo sirven mucho más que todos esos sentimientos dados la vuelta hacia la desesperanza y la tristeza.

Si yo hubiera publicado en redes sociales alguna foto de mi familia cuando mi padre estaba muriéndose en el hospital o cuando lo velábamos en el tanatorio, probablemente nos habrían puesto a parir. Y habríamos leído cosas como las que he visto en estos días en ese zoológico psicopático que son los comentarios de las noticias en la prensa online y los de los que buscan saciar algún desarreglo mental con su perfil oculto de Twitter.

Puede que la gente no lo entienda, pero a mí me ha resultado muy emocionante en estos días ver a una familia unida de una manera arrebatada e intentando todos mantenerse alegres aunque eran muy conscientes de que, cada minuto que pasaba, se acercaban más al drama. No estaban contentos. Intentaban estar alegres y transmitir esa alegría y esa esperanza a los que participaban en el enorme operativo de búsqueda.

PARTE DE LA FAMILIA DE BLANCA EN UN DESCANSO DE LAS BATIDAS. INTENTANDO SONREÍR A PESAR DE TODO.

En el momento en el que hablabas con cualquiera de la familia un poco apartado del grupo, te contaba su preocupación y se le ensombrecía algo el semblante, pero en cuanto volvían a estar con los demás, allí aparecían con buena cara e intentando siempre decir algo agradable, o soltar algún comentario divertido en las paradas de descanso en las sombras del monte.

Qué emocionante, también, haber visto a cientos de voluntarios y a decenas de policías, guardias civiles, bomberos, guardas forestales y miembros de protección civil. Muchos de ellos de servicio pero otros muchos cogiendo días de vacaciones para ayudar en las batidas. Y en todos los grupos de búsqueda, un ambiente de unión, de determinación, de convencimiento de que todo ese esfuerzo tenía sentido porque iban a encontrar a Blanca viva. O muerta.

Pero, por desgracia, ayer por la mañana se confirmó la noticia. Habían encontrado un cadáver de mujer y todos los indicios apuntaban a que sería Blanca. Y poco después se confirmó. Y me imagino que a partir de hoy la autopsia y las investigaciones policiales pondrán luz para que se acaben tantas especulaciones absurdas, tantos comentarios crueles y tantas noticias soltadas al tuntún como si esas especulaciones, esos comentarios y esas noticias no fueran a llegar a una familia que estaba intentando sostenerse en un alambre finísimo.

Quién sabe qué te ha pasado Blanca. Lo que tengo claro es que el recuerdo de tu sonrisa y de tu alegría sobrevolará a la angustia de tu búsqueda y al espanto de la confirmación de tu muerte. Y que espero que tu familia sea capaz de mantener esa unión en torno a tu madre y, a pesar de todo, la alegría aunque en los últimos años os lo estén poniendo francamente difícil. No sé si eras de mucho rezar. Yo tampoco es que sea un beato. Pero estoy convencido de que estás allá arriba así que, cuando puedas, le das a Paco un abrazo de parte de Chiflis. Y un beso gordo para ti.