PERSONAS ESPECIALES

Fue el primer político al que entrevisté cuando yo tenía 14 años; Álvaro Rengifo. Ministro del Rey en el primer gobierno de Adolfo Suárez en julio de 1976. Los Rengifo eran vecinos de la casa a la que llegamos a vivir, en 1975, cuando nos trasladamos de Málaga a Madrid.

Un profesor de Ciencias Naturales de nuestro colegio, Carlos Martínez, estaba empeñado en hacer un periódico escrito entre profesores y alumnos. En mi clase de 8º de E.G.B. estábamos 3 periodistas vocacionales; María Jesús Lebreros, Roberto Arce y yo. Majesus nunca terminó de rematar su vocación, pero aquel primer contacto con el periodismo yo creo que ayudó mucho a que Roberto y yo sigamos hoy dedicándonos con pasión a esto de contarle a los demás las cosas que pasan.

Queríamos tener una entrevista de primer nivel y, claro, no en todos los colegios hay padres que son Ministros. Álvaro acababa de dejar el Ministerio y yo me encargué de darle la brasa para que accediera a ser entrevistado. No recuerdo muy bien lo que le preguntaba en aquella primera entrevista, pero sí sé que una de las últimas preguntas fue: “¿Puedes contarme algún secretillo del Consejo de Ministros?” Álvaro se rió con esa risa inolvidable que tenía y me recordó que un buen periodista debe saber cuál es el juramento que hace un Ministro. Y que él, jamás traicionaría aquello de guardar en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros. Que entonces sí que era solo de Ministros.

Gracias a aquella entrevista, durante días, compañeros y profesores del colegio me estuvieron dando la enhorabuena y, como eso era algo que (lo reconozco) no solía sucederme en mi vida académica, yo creo que fue determinante para que en mi cabeza, a partir de entonces, solo hubiera entrevistas, reportajes, periódicos, radios y televisión.

Unos días después de la publicación de la entrevista, le pregunté a mis padres que qué le podía regalar a Álvaro para darle las gracias. Me propusieron que le regalara un buen vino y bajé con la botella para entregársela. Y pasó una de esas cosas curiosas que sucedían Chez Rengifo. Que llegué para dar las gracias y ofrecer un vino y me volví a mi casa con un queso.

Aquella era una casa especial. Nosotros éramos 7 hermanos y los Rengifo nos ganaban por 2. Eran 9 y podrán imaginar que era, cualquier cosa, menos un lugar silencioso, aunque, si tuviera que describir cuál era el principal sonido que se escuchaba desde fuera, era la risa.

Los Rengifo eran una familia alegre, bulliciosa, unida y siempre los mirábamos con una mezcla de envidia y admiración porque eran todos guapos, listos, educados y, aunque hacían las mismas travesuras que los demás, era CASI IMPOSIBLE que a un Rengifo se le pillara en un renuncio. Pero si hubiera que definir en una sola palabra aquella casa, habría que decir: Alegría. Juro que no recuerdo ni una sola vez en la que entrara allí y encontrara un ambiente mohíno.

Y en el ambiente de esa familia la base fue el carácter de dos personas especiales; Álvaro, al que despedimos hoy, y May, que se fue demasiado pronto en 1996. May, aparte de ser una mujer guapísima y encantadora, era un torbellino que lo mismo llevaba a 10 vecinos al colegio en su Land Rover en un día de nieve, que preparaba bizcochos para medio vecindario o atendía las necesidades de sus 9 hijos, que era una labor de intendencia más compleja que la de un cuartel. Trabajaron mucho ambos para conseguir pasar esa semilla a sus hijos y yo puedo dar fe de que lo lograron.

Ayer en el Tanatorio hubo una misa multitudinaria. Cuando terminó la ceremonia, Álvaro hijo leyó unas palabras conmovedoras dando gracias por la suerte que habían tenido en el reparto de padres. No habíamos terminado de quitarnos el nudo en la garganta cuando una de las nietas, Macarena, compartió otro testimonio emocionantísimo dando gracias en nombre de unos nietos que adoraban al Jefe. Y fue triste, pero, a la vez, muy reconfortante.

Yo me acordé mucho de mi padre, que estuvo en la misma sala que Álvaro y di gracias a Dios por tener todavía aquí a mi madre que, hoy, precisamente, cumple 83 años y que es, sin duda también, una mujer especial. Yo defiendo que es la mujer más buena del mundo, aunque me da igual si, en el campeonato mundial, alguien le gana. Es mi madre y, aunque le digo con frecuencia que la quiero mucho, hoy me apetece decírselo más que nunca.

Anoche, trasteando por mi casa, encontré una foto con la que babeo cada vez la miro. Y eso que yo estoy como si acabara de lamerme la cabeza una vaca, pero es de las pocas fotos que tengo de niño solo con mi madre y me encanta vernos ahí tan sonrientes. Así que hoy cierro la Cabra con esta foto y aprovecho para decirte, madre, que te quiero y que espero que cumplas muchisísimos más.

P.D. Por cierto, que no he explicado mi ausencia de más de un mes en el Cabrerismo. He tenido la enorme suerte de que TVE me vuelva a permitir hacer el programa SEGURIDAD VITAL los domingos por la mañana a eso de las 9 en TVE1. La preparación del programa y las primeras semanas tras el estreno, me han tenido con la cabeza como para pocas Cabras… Así que disculpas por la ausencia y, si a alguno le da por vernos, se agradecerá de manera muy especial…